❛3. A los ojos del bastardo❜

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Dovozyk

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Dovozyk

Alynerys era un dovozyk, y Baelon lo sabía bien. Después de su vida como Lucerys, había adquirido sabiduría a lo largo de sus reencarnaciones, en particular cuando renació como hijo de uno de estos hombres. En un universo extraño y distante, donde no eran hijos de Rhaenyra, se desenvolvía esta historia.

Los dovozyk eran hombres de singular hermosura, algunos guerreros de gran valía, otros pilares en los hogares valyrios, compartiendo entre sí una inclinación común. Poseían el don de engendrar herederos, aunque esta estirpe se había extinguido junto con la ruina del imperio... hasta ahora. Alynerys había demostrado que su linaje era más valyrio que cualquier otro.

Sin embargo, estos jóvenes no podían reinar; jamás podrían ser coronados reyes salvo como consortes. Aunque ocupaban un peldaño superior al de las mujeres, su posición se hallaba innegablemente por debajo de la de los hombres 'comunes'. Así, cuando el príncipe Laenor, hijo de Lord Velaryon, fue identificado como un dovozyk, la corte presionó al rey para que disolviera su compromiso, pues el pretendiente de su hija no podría asegurar descendencia para la corona.

Así fue como el rey tomó como esposa a Alicent Hightower, la dama de compañía de su hija, con quien tuvo cuatro hijos. Laenor, al cumplir catorce años, fue prometido al guardia de su prima. Harwin Strong, quien asumió el mando de Harrenhal tras la muerte prematura de su padre. Con él tuvo tres hijos: Jacaerys, Lucerys y Joffrey.

Rhaenyra nunca se casó, pues amenazó a su padre con cortarse el cuello si intentaba obligarla a ello, y el rey, temeroso de las consecuencias, cedió a su voluntad. No fue sino hasta el funeral de Laena Velaryon que Rhaenyra se entregó a su tío y quedó encinta de su primer hijo.

Lucerys, esta vez, no fue un bastardo; fue un hijo amado, nacido de una pareja unida por el matrimonio. Sabía que sus padres se amaban profundamente. Mas la desdicha, como estaba escrito en los destinos, no tardó en llegar a su familia. Sus padres perecieron en un incendio en Harrenhal, dejándolos huérfanos. Jacaerys, marcado por este trauma, recordó su vida pasada a la temprana edad de once onomásticos.

El rey los acogió en su hogar, diciendo que, al fin y al cabo, eran príncipes y los príncipes debían residir en Desembarco del Rey. Así, convivieron con los hijos de Viserys en un universo donde Aegon no era un borracho, donde Aemond no estaba consumido por el rencor, donde Helaena no fue forzada a parir hijos en su juventud y donde Daeron no fue separado de su familia.

Y aunque la atención del rey les era esquiva, encontraron felicidad entre ellos, por los que los niños Strong fueron recibidos con los brazos abiertos por sus primos. Sin embargo, como Aegon y Helaena pasaban mucho tiempo en la corte, ocupándose de los asuntos del reino, y Daeron se preparaba para ser maestre, los hermanos se refugiaron en la compañía de Aemond, quien les ofreció su amabilidad.

Aemond era la imagen de la belleza; no había un rostro desfigurado, sino uno redondeado y suave, de ojos púrpura que brillaban con gentileza, y su larga cabellera platinada caía hasta sus caderas. Aemond, como Laenor, era un dovozyk.

 '𝐌𝐘 𝐁𝐋𝐎𝐎𝐃' ¡✰彡˚House of the DragonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora