El ambiente en el castillo era sombrío, como si la misma piedra absorbiera la tristeza que impregnaba cada rincón. Baelon Targaryen no pronunció palabra alguna mientras avanzaba por los pasillos, siendo testigo de la incesante tragedia que se desplegaba ante él. Sirvientas, cargadas con sábanas manchadas de sangre, pasaban a su lado; la sangre de Jocelyn, cuyo destino había sido sellado por manos crueles. A él, la mujer le era casi indiferente; apenas habían intercambiado palabras en vida. Sin embargo, no podía evitar sentir compasión por la pequeña que quedaba sola en este mundo sombrío, abandonada por su padre, Aemon, que al descubrir el cuerpo sin vida de su esposa había huido, dejando a la niña al cuidado de su hermano menor, quien estaba demasiado aterrorizado para comprender la magnitud de la tragedia.Baelon sintió que una decepción ardiente crecía en su pecho. ¡Por el fuego de las siete llamas! Su hermano, un hombre y un dragón, había elegido huir en lugar de enfrentar la dolorosa realidad. Dejar a una inocente criatura en las manos temerosas de su hermano menor era un acto de cobardía que no lograba comprender.
Sus pasos resonaban en el frío suelo de piedra, cada golpe un eco de la frustración que lo consumía. Se dirigió hacia la puerta de la habitación de su hermano, notando que, en lugar de los habituales dos guardias, había cuatro, quizás para protegerlo a él y a la pequeña dragona que yacía en la cuna. Al verlo, los guardias abrieron la puerta con una reverencia, permitiéndole el paso hacia la penumbra del cuarto.
Alynerys, el más joven de los Targaryen, se encontraba de pie, contemplando la cuna donde dormía su sobrina. Su belleza era innegable, como la luna naciente reflejada en aguas tranquilas. Su largo cabello platinado caía en cascada sobre sus hombros, y su piel, pálida como la nieve, resplandecía a la luz tenue. La bata de seda que vestía se ajustaba a su figura delgada, dejando al descubierto sus brazos delicados. Baelon se acercó con rapidez, pero su hermano no se movió, atrapado en un trance que solo el amor por la pequeña podía inducir.
—Nerys...—susurró, abrazándolo por detrás, depositando un cálido beso en su hombro. —Estaba preocupado por tu paradero.
Alynerys se movió ligeramente, colocando su mano sobre las manos de Baelon que lo rodeaban.
—He estado aquí, hermano. Temo que el sueño no alcance mi mente. Mi miedo es que algo le suceda a esta pequeña criatura que tenemos ante nosotros.— Su mirada se volvió hacia Rhaenys, y Baelon, con ternura, besó su cabeza, luego la parte posterior de su oreja, y finalmente su mejilla. No eran besos lujuriosos, sino gestos de consuelo, tratando de mantener a su hermano anclado en el presente, consciente de que a menudo se perdía en sus propios pensamientos.
—Preocúpate por nada, la pequeña dragona estará bien—le aseguró Baelon, mientras Alynerys se giraba para mirarlo. Quiso acariciar los ojos enrojecidos de su hermano, pero se mantuvo firme, observando a su amado, consciente de que a su querido Nerys la vida de su cuñada no le importaba,, aunque haber presenciado la agonía de una mujer en el parto debió ser un trauma indeleble.
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'𝐌𝐘 𝐁𝐋𝐎𝐎𝐃' ¡✰彡˚House of the Dragon
Fanfic𝐌𝐘 𝐁𝐋𝐎𝐎𝐃 | ❛Así tenga que quemar los siete para salvar a mi dinastía.❜ El enigmático reino de Poniente se sumió en festividades con el nacimiento del nuevo príncipe, hijo del rey Jaehaerys Targaryen y la reina Alysanne. Un príncipe que, en un...