El acuerdo

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Lugar: Montaña de sorte / Dia: 6 de mayo del 2024/ hora: 12:08 pm

Volvemos a la Montaña de Sorte, un lugar que contrasta drásticamente con la agitada y bulliciosa (Bruzual - Chivacoa). Aquí, la paz de la naturaleza envuelve todo con un manto de serena tranquilidad, mientras el sol brilla intensamente, iluminando cada rincón de esta vasta extensión. A lo lejos, se erige una pequeña cabaña rudimentaria, que parece fusionarse con el paisaje. Dos figuras se acercan lentamente, sus pasos resonando suavemente en el suelo cubierto de hojas. El camino, inclinado y serpenteante, parece retar su determinación. Uno de ellos, Luis, visiblemente agitado, le dice a su compañero, Javier, con voz tensa y decidida:

—Maraima Garcías Bravo es el objetivo. Debemos hablar con ella y llegar a un acuerdo. Es la misión que la organización nos encomendó.

Javier, con una mirada de preocupación que refleja la incertidumbre de la situación, responde:

—Entiendo eso, pero lo que realmente me gustaría saber es cuándo vamos a regresar. Le dijimos al Señor Marcos y a las chicas que nos buscaran a la 1 pm y ya sabes lo celosa que es Paola cuando se trata de trabajos con mujeres de por medio.

Javier, apretando su mandíbula, repite con firmeza:

—Maraima Garcías Bravo es el objetivo. Debemos hablar y llegar a un acuerdo con ella. Esta es la misión que nos ha sido encomendada. Con eso, debería bastarte para entender que tal vez regresar no sea una opción.

Luis lo mira incrédulo, su mente tratando de asimilar lo que está escuchando.

—¡Que! ¿Cómo que no vamos a regresar?

Javier, respirando hondo para calmar sus nervios, explica:

—Estamos a punto de llegar a la casa de la única persona médium que no oculta su posición. Se hace llamar médium sin importar las consecuencias. La gente la conoce como la bruja de Sorte. Tiene casi 70 años y no es una gran negociadora, según la información que me pasaron. Si quieres algo, no solo lo tendrá, sino que ya lo dará por hecho de que es suyo. Esto no es una simple negociación para ella; no, esto es casi un robo.

Al llegar a la cabaña, los hombres tocan la puerta desgastada de la caballa, el sonido retumbando en el interior con cada golpe. A medida que el silencio se apodera del entorno, ambos sienten cómo el miedo se apodera de sus cuerpos. Tragando saliva, sus corazones laten con fuerza mientras escuchan pasos acercarse a la puerta. Finalmente, esta se abre lentamente, revelando a una mujer bastante joven y hermosa, de unos 30 años, con cabello negro y un vestido corto negro que contrasta con el ambiente rústico y sucio del lugar.

Confundidos y asombrados, luis le preguntan con gran duda mientras la observa detenidamente:

—Disculpe, estamos buscando a la dueña de la casa.

La chica sonríe con una confianza inusitada.

—Esa soy yo. Un gusto conocerlos, ¿que clase de trabajo buscan?

Javier, aún aturdido, se atreve a preguntar:

—Espere, ¿usted es Maraima?

La mujer suelta una pequeña carcajada, que resuena en el aire fresco de la montaña.

—Sí, claro ¿O acaso pasa algo?

Los hombres, cada vez más confundidos, no saben qué hacer. Luis saca su teléfono y busca la información que tiene de ella, encontrando una foto de una Maraima visiblemente anciana. Con una mezcla de incredulidad y desesperación, le muestra la imagen a la joven.

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