Cinco años después de graduarse, Kirishima Eijirou regresa a Tokio para comenzar su propia agencia de héroes. Se instala en un pequeño vecindario que solía tener un héroe, pero que ya ha sido olvidado hace mucho tiempo. Su "nueva" oficina está al la...
⚠️ Advertencia: ⚠️ A partir de aquí en este y el siguiente capitulo se harán menciones de autolesiones y su*cidi*, se recomienda discreción u omitir leer si eressensible a estos temas.
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El callejón se llenó de humo y a Eijirou le zumbaban los oídos por las explosiones. No llevaba encima ningún equipo de captura, ya que habían salido a tomar algo. Los movimientos de Katsuki eran descuidados, una clara señal de que todavía estaba muy borracho, pero aun así se manejaba bien. El rubio sonrió de oreja a oreja. Siempre brillaba en la batalla sin importar a quién se enfrentara.
Eijirou se quedó pegado al suelo mientras Katsuki se elevaba por el cielo. Sus puños se endurecieron y se lanzó hacia adelante, asestando un sólido puñetazo en la cara a uno de los matones. El hombre cayó hacia atrás, tropezando por el golpe. Eran peces pequeños. No haría falta que ambos vencieran a un par de matones de callejón, pero Katsuki también estaba borracho. Eijirou no pudo evitar preocuparse por lo que podría pasarle a su compañero si luchaba contra ellos solo.
Katsuki tenía al otro tipo agarrado por el cuello, con la mano derecha colocada precariamente frente a la cara del matón. "Las drogas", dijo arrastrando las palabras.
Eijirou le dio una patada en la espinilla al hombre al que había golpeado. El hombre estaba inconsciente, apoyado contra la pared. Dejó al tipo donde estaba y se acercó a Katsuki. El rubio se alzaba sobre el hombre que tenía agarrado por el cuello, luciendo mucho más villano que los hombres que serían arrestados. Apoyó una mano en el hombro de su compañero, tratando de que se relajara un poco. "Creo que lo que quiere decir es, ¿de dónde sacaste estas drogas que has estado vendiendo?"
—¿Drogas? —preguntó el tipo con voz temblorosa—. ¿Q-qué drogas? —Levantó las manos en defensa—. N-no tenemos ninguna droga.
—Mira, hombre —interrumpió Eijirou antes de que Katsuki pudiera soltarle una explosión frontal en la cara al mentiroso—. Escuché todo, y mi compañero aquí te recuerda de esa pelea en el sitio de construcción hace un tiempo. Solo confiesa.
Los ojos oscuros del hombre se movieron de uno a otro y se retorció entre las manos de Katsuki, que lo sujetaba por el cuello. —No puedo —dijo con voz entrecortada—. No sé de qué estás hablando.
—Busca al otro tipo —gritó Katsuki.
Eijirou asintió. Había una buena posibilidad de que al menos uno de ellos tuviera las drogas de feromonas a mano y con eso, la policía podría avanzar con su investigación. Eijirou se alejó de ellos y se acercó al hombre inconsciente en el suelo. Comenzó a revisar los bolsillos del hombre y lo cacheó, buscando cualquier cosa que pudiera contener las drogas.
