A la mañana siguiente, me encontraba llegando al instituto, iba con mis cascos inalámbricos como la mayoría de las veces, cuando estaba cruzando el umbral de la puerta delantera vi a Alex, mi mayor pesadilla, él era mi ex y me hizo demasiado daño con su toxicidad, y su maltrato tanto físico como emocional a día de hoy no tenemos contacto pero de vez en cuando se atrevía a lanzar algún comentario jocoso fuera de lugar para incomodarme e intimidarme, yo solo me limité a agachar la cabeza y a continuar mi camino implorando que no se diera la vuelta e hiciera algún show de los suyos.
Como habia ido más temprano, subí a la azotea a ver el amanecer, tratando de disipar los malos recuerdos del pasado, aquel tormento que permanecía en mi memoria y que cobró alguna que otra noche de lágrimas, al subir vi algo que no me esperaba, era Marcos, o al menos su cuerpo porque no sé exactamente dónde estaba él, la esencia de seguridad que demostró el primer día de clases desapareció por completo lo notaba decaído con la mirada perdida en la nada, me acerque lentamente y cuando estaba lo suficientemente cerca como para que me escuchase dije en voz baja -¿Estás bien?- a lo que respondió girándose asustado y con el semblante asombrado, no creo que fuera porque yo estuviera allí si no creo que más bien de que estuviera viéndolo en su estado más débil y decaído.
-¿Qué haces aquí?(Dije con un tono de incredulidad mientras fruncía el ceño)
-Nada. (Dijo volviéndose hacia el horizonte)
-Ya, seguro.
-Déjame.
-No tienes buen aspecto.
-Qué sabrás tú.
-Pues hombre pareces una sombra de lo que vi ayer.
-No necesito hablar.
-No creo que hables de esto con nadie.
-¿Qué?
-Que estes aqui, solo, demuestra que no hablas de esto con tus amigos, creo que no te atreves a mostrar tu lado sensible.
-No lo sabes.
-Mira realmente me podría ir y dejarte solo, aquí, pero, ya que me has jodido el lugar para estar solo, porqué no hablamos.
-Bueno.
-Mira ya que no te atreves a mostrar tu sensibilidad a tus amigos, porque no se la cuentas a un antiguo amigo.
-Está bien (dijo mientras se hacía a un lado dando a entender que me sentara a su lado en el suelo).
-Bueno dime (dije mientras me sentaba a su lado).
Tras eso dos lágrimas brotaron de sus ojos para después contarme que su madre había fallecido hacía relativamente poco y que por ese motivo había vuelto al pueblo de su padre.Aparentemente le estaba costando pasar el duelo, ya que era bastante más apegado a su madre que a su padre debido a que su padre se la pasaba trabajando.
Yo solo me limite a ser el hombro en donde llorar, donde desahogarse, sabía que no hacía falta que dijera nada, solo que lo escuchara, que me quedara ahí, a su lado, que pudiera liberar sus sentimientos reprimidos, solo necesitaba eso, sacar todo lo que le consumía por dentro y había generado esa actitud fría, en ese momento no veía a “Marcos” el chico de 16 años, veía al niño de 8 años que venía a mí casa a jugar.
Cuando acabó lo abracé, y él me lo devolvió, parecía un abrazo normal, pero era un abrazo que marcó un antes y un después entre él y yo.
Con nuestro silencio empezó el amanecer lo que hacía que el sol se reflejara en sus ojos que junto al brillo producido por sus lágrimas los hacia ver de un tono azulado que hizo que me perdiera y que fuera imposible seguir atento a lo que decía porque estaba inmerso en el mar que era su mirada.
El me dirigió una sonrisa, luego de estar un rato en silencio a su lado, mire mi móvil que indicaba las 8:13 lo que indicaba que faltaban dos minutos para entrar a clase, por lo que en voz baja le dije que debíamos irnos ya que las clases comenzarian pronto.
Bajamos al unísono y con el sonido del timbre dio comienzo el horario escolar.
Las clases fueron tranquilas ese día Amanda estaba en el médico, por lo que decidí, sentarme con otra de mis mejores amigas Lia una chica morena de pelo corto con ojos verdes azulados, ella se caracterizaba por su simpatía natural y su buena vibra, Lia estaba siempre que la necesitabas dispuesta a ayudarte y te daba unos consejos inigualables, nos la pasamos hablado y de vez en cuando sentia unos ojos clavados en mi nuca, pero cada vez que me giraba, él tornaba la vista hacia otro lado para que no viera que me miraba, pero no me hacía falta verlo para saber que era él, así que simplemente se me escapaba una pequeña sonrisa.
Cuando tocó la clase de lengua, con nuestra tutora, la profesora nos separó, según ella hablábamos demasiado aunque eran más ilusión de ella que la realidad, luego creyó que era buena idea sentar a Marcos conmigo ya que yo me había quedado solo y Marcos estaba solo además de al final de la clase y eso a la tutora no le gustaba nada, después nos dijo de hacer un trabajo. Yo solo podía mirar hacia abajo porque si le miraba sabía que me iba a sonrojar de tal manera que un tomate se quedaría corto.
Hacia el final de la clase, la profesora ya había dicho de que iba el trabajo, así que Marcos me miró y me dijo.
-Mario, toma mi número para poder quedar esta tarde en mi casa.
-¿Qué?
-Tendremos que hacer el trabajo ¿no?
-Si, tienes razón.
-Mi número es 678……
-Entendido, te he mandado un mensaje.
-Vale, ¿esta tarde a las 5 te viene bien?
-Si.
-Luego te mando mi ubicación.Luego de eso se levantó de la silla para dirigirse a la puerta e irse de la clase ya que había tocado el timbre de salida.
Al salir Lia me estaba esperando sonriendo y musitó en mi oído -vaya parece que al final vas a tener más suerte de la que pensabas- yo solo le di un codazo y nos fuimos para casa, yo la solía acompañar hasta la mitad del camino y luego me dirigía a mi casa y eso pasó, pero mientras andábamos un grupo de chicos que se encontraba delante de nosotros se paró para posteriormente voltearse y allí estaba, Alex mirándome de arriba a bajo como si de un escaner de reconocimiento se tratase.
Lia se despidió de mi porque sabía que era mejor que yo no pasara cerca de él, así que con un abrazo la miré por última vez para dirigirme a mí casa.
Luego de comer y acostarme en la cama me llegó un mensaje de Marcos.
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El Invierno Que Descubrí El Significado De Amar
RomansaMarcos y Mario eran compañeros de clase, dos chicos que al principio apenas se conocían. Con el tiempo, comenzaron a compartir risas y secretos, creando una amistad que se fortalecía con cada día. Pasaban las tardes hablando de todo y de nada, sinti...