Lo poco que dije

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Whilelm

El día de la exposición había llegado, y me encontraba en el pasillo del colegio, esperando con nerviosismo que llamaran a nuestro grupo. La mañana había pasado lenta, con cada minuto estirándose en anticipación. La preocupación me envolvía, intensificada por la ansiedad que sentía al saber que tenía que hablar frente a la clase.

Mi mente revisaba constantemente los puntos clave que debíamos cubrir, intentando asegurarme de no olvidar nada importante.

-Wilhelm, es nuestro turno -dijo Simón, interrumpiendo mis pensamientos. Su voz tenía un tono calmado, pero yo podía notar la misma preocupación en sus ojos. Asentí, tragando saliva mientras me dirigía hacia el aula con él.

Nina y Erik nos seguían, también con un aire de nerviosismo. Al entrar, me di cuenta de que todos los ojos estaban puestos en nosotros. El profesor nos hizo una señal para que comenzáramos, y mi corazón latía con fuerza en mi pecho.

Simón tomó la palabra primero, explicando los puntos principales con una claridad que admiraba. Nina y Erik se ubicaron junto a él, asumiendo sus partes de la presentación con una confianza que parecía contagiosa. Me di cuenta de que su entusiasmo me ayudaba a calmarme, y poco a poco, empecé a relajarme. Mi turno llegó, y aunque mis manos temblaban, me concentré en mantener mi voz firme y clara.

Mientras avanzábamos en la exposición, noté cómo la clase se iba involucrando más. La interacción con el público, las preguntas y el diálogo fluido nos daban una sensación de logro.

Finalmente, al concluir nuestra exposición, el aula estalló en aplausos. Sentí una oleada de alivio y satisfacción. Me volví hacia Simón, Nina y Erik, quienes estaban sonriendo con orgullo. La presión que había sentido se desvaneció, reemplazada por una sensación de logro compartido.

Al salir del aula, Simón me toco el hombro.

-Salió bien -dijo con una sonrisa.

Sonreí sintiendo alivio. En ese momento, mientras nos dirigíamos de regreso al pasillo, me di cuenta de que los momentos de miedo y ansiedad podían ser superados cuando se compartían con un equipo en el que confiabas.

Al final del día, regresé a mi habitación, agradecido de que la exposición hubiera salido bien. Mi habitación estaba vacía cuando entré, el silencio era casi reconfortante. Me senté en mi escritorio, rodeado de mis libros y cuadernos, y comencé a organizarme.

Empecé a realizar las tareas que tengo pendiente, mi mente seguía divagando en las cosas del día. Aunque estaba cansado, el sentido de alivio de haber superado la exposición me mantenían enfocado. Cada tarea se sentía como un pequeño estrés que tenía que acabarlo para no tener más dolores de cabeza.

Las horas pasaron mientras trabajaba en mis asignaciones, el tiempo se deslizaba entre las hojas de mis cuadernos y el ritmo constante de mi lápiz. Mientras tanto, "The Night We Met" de Lord Huron sonaba suavemente en mis auriculares, envolviendo mi habitación en un lugar más tranquilo pero estaba cargada de muchas de mis emociones.

Estaba concentrado, dejando que la música me ayudara a mantener el enfoque en mis tareas, cuando un suave golpe en la puerta interrumpió mis pensamientos.

Me quité los auriculares, preguntándome quién podría ser. Cuando abrí la puerta, me encontré con Felice. Su expresión era una mezcla de preocupación y alivio al verme.

-Whilelm, hola -dijo, con una sonrisa algo forzada.

-Hace tiempo que no sabia de ti, ¿cómo estás? -preguntó Felice mientras yo le abría la puerta y le hacía un gesto para que pasara.

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