Bajo el cielo

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Simón

El aula estaba en completo silencio mientras me paraba frente a la clase, mi corazón latiendo con fuerza en el pecho. La presentación de hoy contaba para una gran parte de la nota, y aunque había practicado varias veces, no podía evitar sentir un nudo de nervios en el estómago. Tomé aire y empecé a hablar

-El tema de mi exposición es la influencia de la música en el comportamiento humano -dije, intentando que mi voz no temblara.

Las palabras que había practicado tantas veces en mi mente finalmente comenzaron a salir. Mientras hablaba, me concentré en mantener el ritmo, haciendo pausas para enfatizar puntos importantes y manteniendo contacto visual con la clase, tal como me habían enseñado.

A medida que avanzaba en mi presentación, noté que algunas personas asentían, interesadas, mientras otras simplemente seguían en silencio. Traté de no enfocarme en los rostros aburridos, sino en aquellos que mostraban un poco de interés. Pero, inevitablemente, mi mirada vagó hacia donde Wilhelm estaba sentado. Lo vi por un segundo antes de apartar la vista rápidamente, mi corazón saltando en mi pecho. Estaba ahí, aparentemente concentrado, pero había una distancia palpable entre nosotros, una barrera invisible que no podía atravesar.

Forcé a mi mente a volver a la exposición. No podía distraerme, no ahora. Las palabras salían con menos fluidez, pero logré mantener la compostura hasta el final. Terminé con una conclusión que traté de hacer lo más convincente posible.

-Y en conclusión, la música no solo refleja, sino que también moldea nuestras emociones y comportamientos de maneras que apenas comenzamos a comprender. Gracias.

El profesor asintió con aprobación y comenzó a hacer algunas preguntas, las cuales respondí lo mejor que pude. El resto de la clase aplaudió de manera educada cuando terminé. Sentí una mezcla de alivio y agotamiento mientras regresaba a mi asiento, con la adrenalina todavía corriendo por mis venas.

Me dejé caer en mi silla, sintiendo una pequeña sonrisa de satisfacción cruzar mi rostro. Después de regresar a mi asiento, sentí que el peso de la exposición se desvanecía lentamente, pero la tensión en mi pecho no desaparecía por completo. Mientras el profesor continuaba la clase, no pude evitar lanzar una mirada hacia Wilhelm. Había estado observándome mientras exponía, y aunque nuestras miradas no se cruzaron directamente, sabía que había estado prestando atención.

Qué habría pensado. ¿Notaría lo nervioso que estaba? ¿Se daría cuenta de lo difícil que era para mí concentrarme cuando él estaba cerca? Mi mente comenzó de nuevo, atrapada entre el alivio de haber terminado y la incertidumbre de lo que Wilhelm podría estar pensando.

Tratando de enfocarme en lo que el profesor decía, me di cuenta de que, a pesar de todo, Wilhelm aún ocupaba un lugar central en mis pensamientos. Y eso era algo que, por mucho que intentara, no podía cambiar fácilmente.

Mi teléfono vibró en mi bolsillo. Lo saqué discretamente y vi un mensaje de Nico.

Nico
Hola, guapo, ¿cómo estás? Quiero proponerte algo ¿te gustaría salir después de tus clases? No te voy a decir adónde todavía, es un secreto. ¿Quieres venir? Puedo pasar por ti si lo deseas.

Sonreí al leer el mensaje, sintiendo un leve calor en las mejillas, una sonrisa se dibujó en mi rostro. La idea de salir con él, especialmente con el toque de misterio que proponía, me levantó el ánimo. Guardé mi teléfono en el bolsillo y me concentré en las últimas clases del día.

Las clases pasaron más rápido de lo que mi mente esperaba. Entre apuntes y presentaciones, me mantenía distraído con la anticipación del encuentro con Nico. Al finalizar las clases, recogí mis cosas y me dirigí rápidamente a mi casillero. Saqué una chaqueta ligera y me aseguré de tener todo lo necesario para el día.

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