Capítulo 10: Pecado sin concluir

3 1 0
                                    

La habitación estaba envuelta en una penumbra suave, apenas iluminada por la luz de la luna que se filtraba a través de las cortinas. Me recosté sobre la cama, sintiendo el suave roce de las sábanas contra mi piel. A pesar del silencio, mi mente estaba en un torbellino de pensamientos, todos girando en torno a Evans.

El beso en el columpio había sido como una chispa encendida en mi interior, un fuego inesperado que no se extinguía. La calidez de sus labios aún ardía en los míos, y cada vez que lo recordaba, una oleada de emoción recorría mi cuerpo. Claus, con su cabello rojo que brillaba como el atardecer y esos ojos celestes que parecían ver más allá de lo evidente, había despertado algo en mí que no podía ignorar.

Me giré sobre la cama, sintiendo la delgada tela de mi camisón resbalando sobre mi piel. Mi mano comenzó a recorrer mi muslo, guiada por recuerdos de ese beso. Imaginaba las manos de Claus, fuertes y seguras, tocando mi piel. Recordaba cómo sus brazos me habían envuelto en una sensación de protección y deseo. Era como si al pensar en él, mi cuerpo respondiera a una necesidad que no sabía que existía.

Dejé que mis dedos siguieran el camino que deseaba que Claus hubiera tomado, cerrando los ojos con fuerza. Me sumergí en la fantasía, en la sensación de sus manos recorriendo cada centímetro de mi piel, y me dejé llevar por la imagen de sus labios rozando mi cuello, susurrando mi nombre. Mi respiración se aceleró y un suspiro escapó de mis labios al imaginarlo tan cerca, tan real.

Cada pensamiento y cada recuerdo me acercaban más a él. Sentía sus brazos poderosos rodeándome, el calor de su piel, y me dejé llevar por la marea de emociones. Mi cuerpo se arqueó ligeramente, y mi mano, ahora sobre mi vientre, se movía con una cadencia lenta, como si siguiera el ritmo de un vals silencioso.

Finalmente, cuando la tensión alcanzó su punto máximo, dejé escapar un último suspiro, liberando todo el anhelo y la pasión contenida. En la calma que siguió, con la luna como mi única testigo, supe que ese beso en el columpio había sido solo el principio de algo mucho más profundo.

dos horas mas tarde, alguien tocó suavemente a mi puerta.

—¿Puedo pasar? —Cora se intercaló como pudo en mi habitación, para después sentarse en mi cama.

—Creo que si —dije cerrando la puerta tras de mi —, ¿en que te puedo ayudar tan temprano?

—Okey, ¿Recuerdas a Camellia, verdad? —comenzó —bueno, su amigovio es de los alcones del noroeste.

—¿El equipo con quienes se enfrentaron las cobras?

Cora asintió —, Bueno, Cam me contó que escuchó a Hardy hablar a Alex que estaba hablando con Hadriel que a la vez estaba hablando con Noellia, que también estaba con... —. Tomó un suspiro e intentó comenzar de nuevo.

—Solo ve al grano —. la sujete por los hombros para llamar la atención.

—Hadriel estaba comentando que el día que te vio en la biblioteca te quería invitar a salir, sin embargo, no sabía como y hasta después se enteró que estás en algo con Evans, o sea, Claus —junto sus palmas frente a su boca, mientras me miraba espectante.

Después de este pecado, yo ya no puedo volver atrás. Me podrá gustar mucho Hadriel, pero ya no pienso igual sobre él.

—No creo que entre Hadriel y yo pueda existir algo más que una amistad —me separé un poco —. Estuve demasiado tiempo detrás de él como para que al final se dignara a dar el primer paso.

Cora hizo una mueca y al final comprendió que tenía razón. Finalmente se recostó en mi cama, y me le uní a la par.

—Por lo menos yo ya cumplí con decirte —, se rindió con cansancio —. Por cierto, ¿que haces despierta a las 3 am?

Me ruboricé y ella lo entendió al instante, regresando la vista al techo con una sonrisa.

Esa madrugada se quedo conmigo, ya por la mañana la suavidad con la que nos recibía el día era expectante. El sol se filtraba a través de las cortinas, bañando la habitación en una luz plateada que contrastaba con la penumbra de la noche anterior. Desperté con el suave resplandor de la mañana acariciando mi piel, y me estiré lentamente, sintiendo la calidez de las sábanas que todavía me envolvían. A pesar de la luz del día, el recuerdo del beso con Claus seguía fresco en mi mente, una llama que aún ardía suavemente en mi interior.

Mientras me incorporaba, el peso de la noche pasada se sentía de manera diferente. El aire en la habitación estaba impregnado con un resplandor tranquilo, y el silencio era lindo. Me levanté de la cama, el camisón que llevaba aún ligero sobre mi piel, y me dirigí hacia la ventana para abrir las cortinas por completo.

Miré hacia el exterior, observando cómo un pequeño rayo de sol iluminaba el mundo con un brillo cálido, pero aún con un otoño casi invierno que nos esperaba. Mis pensamientos volvieron a Claus y al beso que habíamos compartido. La intensidad de esa noche parecía casi surrealista ahora, como un sueño del que no quería despertar. La imagen de su rostro, con esos ojos celestes y su cabello rojo, aún se mantenía vívida en mi mente.

Me preparé para el día, tratando de disipar la melancolía y el anhelo que me había invadido. Mientras me duchaba, el agua caliente caía sobre mí, y sentí que el toque de Claus aún persistía en mi piel. Cada gota de agua parecía ser un recordatorio de la conexión que habíamos compartido.

Con una mezcla de anticipación y nerviosismo, me vestí, eligiendo algo sencillo pero cómodo. Sabía que ver a Claus de nuevo sería inevitable, y me preguntaba cómo cambiaría nuestra interacción después de la noche que habíamos compartido. El recuerdo de sus brazos rodeándome y el calor de su beso seguían presentes en cada movimiento, en cada pensamiento.

Salí de la habitación, intentando mantener la calma mientras me dirigía hacia el área común. La casa estaba tranquila, y el aroma del café recién hecho se mezclaba con el fresco aire de la mañana. Me encontré con Claus en la cocina, y nuestro primer contacto visual fue suficiente para que mi corazón diera un vuelco.

Sus ojos se encontraron con los míos, y en ese instante, supe que nada sería igual. Había una nueva tensión en el aire, una promesa silenciosa que se había forjado en la intimidad de la noche anterior.

Me acerqué a él con una mezcla de emoción y nerviosismo, sintiendo que cada paso que daba estaba cargado de una nueva expectativa. La mañana había traído consigo una claridad que solo hacía que el deseo y la conexión entre nosotros fueran más intensos.

"Buenos días," le dije, intentando que mi voz sonara natural, aunque sabía que la noche anterior había dejado una marca indeleble en ambos.

"Buenos días," respondió Claus, su voz un poco grave, pero con una calidez que contrastaba con la frialdad de la mañana.

Nos miramos en silencio por un momento, como si las palabras fueran innecesarias para comprender lo que había pasado entre nosotros. El día comenzaba, pero para nosotros, la noche pasada seguía siendo un susurro constante en el aire.

—¿Lista para Nueva York? —preguntó Claus intentando romper el silencio y dejando una taza de café en la isla.

—Demasiado diría yo — apreté la bufanda de Claus antes de devolvérsela —. Por cierto, esto es tuyo.

La tomó y me regaló una sonrisa que nunca antes había visto en él, por primera vez vi sus hoyuelos profundos en sus mejillas y siendo sincera me encanto verlo.

—¡Buenos días, listos para Nueva York en exactamente 22 horas! —. Ackley saludó con ese toque que solo él podría agregar.

Nos dedicamos a desayunar y antes del medio día ya estaba devuelta en mi casa, preparando la maleta para conocer a Meredith Ruzz. ¡No puedo creer que finalmente esté pasando!

Recuerdo I: El Recuerdo (B) ©Where stories live. Discover now