Capitulo 5: Quella puttana

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Sabía, muy dentro de ella, que su odio por Maurizio había comenzado cuando notó el enamoramiento que tenía hacia su mamá, tal vez tendría ocho o nueve años, y fue en ese momento que dejó de llamarle "tío", le pidió que dejara de llamarla con nombres dulces, y le dijo que no quería que volviera a tocar su cabello; cuando se lo dijo, vio cierto alivio en su expresión, luego comenzó a notar las miradas llenas de hastío, y poco después descubrió el odio que el hombre sentía a su cabello, aunque en ese momento no entendía la razón, después descubrió que era el color.

Cada vez que Naruto reía y decía lo parecida que era a su padre, podía ver ese odio incrementar, como si el simple recuerdo de su padre fuera un problema para él; Natsuki estaba bastante segura que era así, su mamá no había salido con nadie, desde que tenía memoria, siempre habían sido solo ellos dos, y Maurizio a un lado, esperando su momento, aunque este parecía nunca llegar. Aquello estaba bien con ella, podía lidiar con el odio de Maurizio, con el pasar de los años se había acostumbrado, y sabía cómo responder...

A lo que no sabía cómo responder, era esa baldracca que estaba sentada a un lado de su padre, colgando completamente de su hombro y soltando esas ridículas risitas que ya habían causado un tic en su ojo.

Se había sentado sin invitación, y la había ignorado por completo, aun cuando su padre la presento como su hija, ¿qué rayos pasaba con ella?

Su padre la había llevado a un estúpido restaurante italiano que se encontraba cerca de la oficina, y ella no había logrado decirle que en realidad le gustaría probar un poco de la comida japonesa, ya que solo estaba acostumbrada al sushi que hacían en Roma, pero eso no importaba, tendría seis meses para probar todo.

Un suspiro escapó de sus labios, mientras se llevaba un nuevo bocado de bucattini all'amatriciana, que le causo nauseas en cuanto comenzó a masticar, esto podía ser delicioso si hubiera probado la que hacían en Italia, pero... sus papilas gustativas estaban muertas para cualquier comida italiana que no pudiera comprar en su país natal. Quería una maldita hamburguesa.

Continuó comiendo aquella porquería de pasta, ignorando a la mujer que seguía pegada a su padre, y al hombre que se mantenía a un lado de ella, tan estoico como ella misma; solo deseaba de corazón, que su padre no notara las arcadas que sentía tras tragar aquella cosa.

— ¡Es suficiente, Karin! —habló su padre, soltándose de la baldracca pelirroja—. Llevas más de quince minutos hablando, sin decir nada, ¿qué es lo que quieres?

La mujer soltó una nueva aguda y asquerosa carcajada.

—Te vi cuando entraste, y quise venir a hablar contigo un ratito, Sasuke–kun —dijo la mujer, con esa voz chillona y un gemido que duro toda la frase—. Nunca te veo fuera de la oficina, no podía perder esta oportunidad, ¿cierto?

El vómito subió hasta su garganta. Se limpió la boca con una servilleta a la vez que traga, tratando de evitar vomitar sobre la mesa.

—Iré al tocador —informó a su padre, a la vez que se ponía de pie—. Permiso.

Dio una pequeña reverencia a los adultos, tomó su bolso y fue hasta el baño de mujeres, apretando una mano contra su estómago.

Necesitaba llegar a un acuerdo con su padre, y decirle que tenía que parar con la comida italiana, a menos que fuera hecha en casa... por ella, y tal vez solo con ingredientes importados de Italia.

Apenas entró a los sanitarios se precipito hacia un baño, vaciando su estómago contra el retrete, y sacando toda esa pasta demasiado hervida con asquerosa salsa mal hecha.

No solo tenía que soportar esa asquerosa comida, también a esa estúpida pelirroja que no dejaba de coquetear con su padre; se sentía molesta, hastiada, y un poco nauseabunda.

-.Soy Tu Hija.-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora