Capitulo 13: Saigo no kioku

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Se sentía incómodo y extraño.

Tenía un mal presentimiento, aunque no sabía a qué se debía.

Natsuki se encontraba costada en el sofá con un libro entre manos, sus piernas sobre el regazo de Takumi, quien mantenía el computador sobre las piernas de la niña, tecleado rápidamente o leyendo alguna cosa; Suigetsu se encontraba sentado frente a él con el computador en el escritorio, del lado derecho, parecía estar leyendo algo y escribiendo de vez en vez, Gaara se encontraba a la izquierda, leyendo unos papeles con el ceño profundamente fruncido, y una mueca en los labios; Shikamaru se mantenía en un sillón, leyendo algo en la tableta, con una mirada aburrida, bostezando de vez en vez.

— ¿Por qué no se van a sus oficinas? —inquirió, con el ceño fruncido.

Las tres personas que trabajan en la oficina, apenas le dirigieron una mirada, antes de continuar con lo que estaban haciendo, sin prestarle más atención.

—Estás estresado —habló Gaara, sin dirigirle una mirada—. Y aun no se te ocurre algo, estamos esperando por una idea, para comenzar a movernos y quitar esas fotos de internet, periódico y revistas.

—Mamá no lee nada que tenga que ver con lo ejecutivo —volvió a explicar Natsuki, con el mismo tono cansado que él usaba cuando tenía que repetir lo mismo varias veces—. Y, cancele la suscripción a la revista que yo recibía en Italia, no se va enterar de nada. No hay problema.

—Y, no creo que la noticia llegue al mundo del espectáculo —habló Takumi, esta vez—. No eres una estrella, o algo así, no eres tan importante para el público general; deja de preocuparte, no se va enterar que Natsuki está aquí.

Todos se quedaron callados.

Sasuke se encogió de hombros, dirigiendo su vista al monitor de la computadora, abriendo el contrato que se firmaría en unos minutos, esperando no encontrar un solo error en él, aunque ya lo había revisado dos veces, quería estar seguro que todo se encontraba en el orden que le gustaba.

El silencio era apenas roto por el ligero teclear de algo, o el ruido al cambiar de página o dejar una hoja sobre la mesa.

Todo estaba en una tranquilidad que le encantaba.

Tranquilidad, felicidad, paz... todo era tan hermoso, esperaba que todo se mantuviera así por un tiempo; disfrutar de la presencia de su hermosa hija, y de sus amigos, quienes no estaban hablando más de lo necesario, y no estaban rompiendo su regla contra el sexo.

Parecía que esa paz no podía ser rota por nada, pero como siempre, algo terminó arruinando todo.

— ¡UCHIHA–SAN! —gritó Orino desde afuera.

Todos dentro de la oficina soltaron un suspiro cansado; aquella chillona y desesperante voz, había lastimado los tímpanos de todos.

Estaba pensando seriamente en despedirla.

Estaba por responder, cuando la puerta se abrió con un fuerte golpe de par en par, haciéndoles saltar a todos.

Por la puerta, no entró Orino; entró un hermoso rubio, con la piel ligeramente bronceada, tres marquitas en cada mejilla que le daban un aspecto de zorro, unos brillantes ojos azules que refulgían llenos de ira, dándoles un tinte rojizo, iba con un pulcro traje negro, y una camisa color escarlata, la delgada corbata del mismo color, así como los zapatos.

Sasuke palideció, levantándose de un saltó, sintiendo la boca seca al verle... se veía tan... guapo.

—Naruto... —llamó en un susurro.

-.Soy Tu Hija.-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora