Capitulo 20: Itachi

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Se tensión se podía cortar con un cuchillo.

Fugaku y Sasuke mantenían la mirada en el móvil, escribiendo y leyendo, no tenía idea de lo que su abuelo estaba haciendo, pero estaba bastante segura que su padre estaba terminando los asuntos que había dejado pendiente en la oficina.

Mikoto se limitaba a observar el ramo de rosas frescas que había como centro de mesa, que (según había dicho Naruto) Sasuke había obsequiado aquella tarde al doncel, justo antes de que le pidiera una nueva oportunidad a su relación, aunque ella sabía que Hayashi–san las había traído del jardín.

Deidara veía el celular cada poco, antes de observar a su alrededor, como si estuviese memorizando los detalles del comedor, o buscando las posibles salidas de emergencia que tendría.

Naruto tenía una libreta frente él, moviendo el lápiz con soltura y delicadeza, viendo cada pocos segundos a Sasuke, parecía estar dibujando su perfil, con ceño fruncido y celular incluidos.

Ella, en cambio, jugaba con su móvil, ganando niveles para conseguir estrellas y seguir con las remodelaciones que necesitaba la mansión de su celular, a la vez que contestaba los mensajes que Ryonosuke le mandaba cada pocos minutos.

Todos estaban ignorando la mesa perfectamente hecha, como si no se encontraran en aquel lugar, todos demasiado tensos por la espera del hermano mayor de su padre.

¿No era normal que deseara estar en cualquier otro lugar?

Sentía que se estaba asfixiando.

Unos ligeros golpes en la puerta rompieron el pesado silencio, cuando ella levantó la mirada, lo único que vio fue a Maki corriendo para recibir a los invitados, sin hacer un solo ruido, parecía caminar de puntillas siempre.

Por el arco de la entrada aparecieron Minato y Kushina, con idénticas sonrisas emocionadas, que lograron aligerar el tenso ambiente. Los recién llegados ignoraron las miradas serias, limitándose a ofrecer saludos, y encaminarse hacia sus sillas.

Antes de que la pelirroja lograra sentarse, sus ojos quedaron fijos en el rubio de coleta, su sonrisa se congeló durante un segundo, antes de crecer, sus ojos ganando un lindo brillo.

— ¡Deidara, cielo! —exclamó, y por un momento no supo que hacer—. ¡Hace demasiado que no te veo!

Se acercó al rubio de alta coleta, quien se puso en pie de un salto y rodeó a la mujer con sus brazos, apretándola con fuerza contra su cuerpo.

—Lamento haber desaparecido de esa forma, es un placer volver a verte.

Vio ese extraño dolor compaginado en los orbes de su abuela, quien se limitó a apretar con un poco mas de fuerza al hombre; había un dolor lacerante en ambos; apenas se separó de la mujer pelirroja, su abuelo lo atrapó entre sus brazos, con tanta fuerza que sacó una mueca de dolor en el mas joven.

Les observó fijamente durante un momento, estudiando el lenguaje corporal de todos en la sala; veía la tensión en su madre, la ligera tranquilidad en su padre, la emoción en su abuela Mikoto, la ansiedad y desesperación en su abuelo Fugaku, veía la necesidad de contacto de su abuela Kushina, y el anhelo en todo el cuerpo de su abuelo Minato, así como la incomodidad y la necesidad de huir en Deidara.

No sabía que estaba pasando en aquellos momentos, pero no le gustaba en absoluto.

— ¿Dónde habías estado? —cuestionó su abuela Kushina con voz chillona—. Te busque en tu departamento, y te llame miles de veces después de... de lo que paso.

Deidara se rascó nerviosamente la nuca, dedicando una sonrisa (que más bien parecía una mueca) a la mujer pelirroja, quien aun se veía emocionada por la presencia del otro.

-.Soy Tu Hija.-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora