"Un día a la vez". Se repetía Alekseev cada mañana, admirando su reflejo.
El fastidio y la irritabilidad, eran controladas con profundas inhalaciones. Bajo ese mantra resaltaba el nulo olor de su pareja adherido a su piel, resultado de esos doce días que ninguno visitaba la recamara del otro. Vadir podía calmar su sed, pero no estaba de humor para ello. La reunión de los accionistas mayoritarios de la Corporación Domecq, era uno de los eventos más importantes del año. Él y Malakai serían el centro de atención y como tal, debía calmar su desesperación y necesidad con una cotidiana sonrisa y amabilidad.
Tras varias horas de arreglo personal y tranquilidad, Alekseev avanzaba relajado por los pasillos. Saludaba pasible y educadamente, a cada macho y hombre en su camino. Todo mantra y paz se fue al carajo al llegar al salón y ver una multitud de hembras con transparencias y encajes, demasiado cariñosas con los invitados.
Malakai observó la reacción de su pareja. De inmediato notó su seriedad y aquel casi imperceptible tic en su ojo izquierdo, efecto secundario de alguna molestia. Aquello aunque poco usual, cada día aumentaba, por lo que evitó preguntarle el motivo. Malakai afirmaba que era por las hembras a su lado, Bella y Mika. Medio gruñó y continuó en lo suyo, no estaba de humor para rabietas.
Alekseev tomó el lugar que le correspondía, al lado derecho de Malakai en el comedor. Con un pequeño gesto se saludaron y dieron indicaciones de iniciar el festín, indiferentes uno del otro.
Los platillos fueron sirviéndose y uno a uno eran elogiados por los invitados. Y no era para menos, porque desde los finos aperitivos, el vino selecto y hasta las telas para la decoración, fueron preparados con meses de antelación.
—Boss —saludó Cristofer alzando una copa—. Magnífica fiesta.
—¿Podrían ser dos en vez de una? —inquirió Bladimir gustoso por la hembra que le asignaron—. Unas horas son pocas con semejante belleza al lado.
Malakai asintió. Las charlas de negocios fueron el tema central y los cumplidos no cesaban al final de la comida. Cada elogio era aceptado y bienvenido, sumando puntos a la velada. Ese era el fin de aquel evento: satisfacer a los accionistas y posibles inversores. Sin embargo después de varias horas de charla y simulada tranquilidad, cierta especie no pudo controlar su temperamento y siseó alto alejándose de ellos.
—Tráelo —ordenó Malakai a Mika.
Las fiestas tampoco eran del agrado de Malakai. Fingir le era menos tedioso con Alekseev a su lado. Su olor calmaba las ansias de correr a todos y gritarles lo patéticos que le resultaban. El único motivo para soportarlos eran las alianzas que le beneficiaban a su compañía y mantenían al gobierno humano lejos de sus cuentas bancarias.
Malakai y Alekseev eran el equipo perfecto: estrategia y fuerza, tecnológica e inteligencia. Demostrar su unión daba a los accionistas e inversores una seguridad que no encontraban en otro lugar, no importando su origen genético.
Copa tras copa Alekseev sin mesura bebía. No sabía cómo lidiar con la molestia de ver un elegante evento convertido en un espectáculo de burdel. Ni el alcohol quemándole la garganta aminoraba la rabia al saberse responsable de ello. "Maldita la hora en que lo dejé en sus manos". Se reprochó, mordiéndose los labios. Solo a él se le ocurrió la brillante idea de dejar en manos de dos hembras de esa clase, con tal de complacer hasta en lo más mínimo a Malakai.
"Como si eso fuera a contrarrestarlo". Se burló de sí mismo llenando su copa al borde, ansiando volver al pasado y cambiarlo.
—Que te devuelvas —dijeron a su lado.
Se bebió de un sorbo la copa y actuó como si no escuchara nada, como si aquel insoportable perfume contaminando el aire que respiraba, no le diera náuseas.
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Malakai
Science FictionLa lealtad significa todo para las especies. La traición se paga con tortura, jamás la muerte, esa es la ley del Boss, líder de la familia Domecq. Título que recae en Malakai, una especie con habilidades superiores a los suyos. El, renunció a su l...