2.3.- PALABRAS

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Recargado en el umbral, Alekseev observaba a Amelia reposando en su cama.

Definir el instante en que aquella descabellada idea alumbró su cabeza, parecía tan lejano y vacío. Sin embargo, pese a todo pronóstico ahí estaba ella. Siendo la primera hembra que se refugiaba en sus sabanas y buscaba su calor. En su pecho, pese haberse bañado, seguían sus feromonas adheridas en la piel donde ella posó su mano.

—Under —lo llamó.

Su torpe tacto toqueteaba el espacio vacío a su lado.

—Son las dos de la mañana —dijo Alekseev mirando señalando su reloj y abriendo un cajón—. Vadir te llevará a la compañía. Tina asesorará tus actividades —se acercó a la cama y empuñó con fuerza una pequeña cajita antes de dejarla sobre la cama—. Tómalo. Resaltarás entre tanto empleado.

Amelia ansiosa abrió la cajita. No era el primer regalo del Underboos, pero sí el primero con el logo de la familia Domecq en su empaque. El brillo de una delicada esclava plateada con un pequeño rubí, resplandecía ante sus ojos. Aun con su genuina felicidad, Alekseev no podía contagiarse y sonreír. "Es necesario". Se repetía. Aquel anillo era valioso, un pequeño recuerdo de su infancia y que ahora compartía.

—¿Es mi regalo por tener cero fallas? —preguntó estirando la mano y observando como la esclava se adaptaba a su tamaño—. Es muy hermosa.

—Has sido buena...

—¡Hembra! —lo interrumpió.

—Lo eres.

"Una hembra". Pensó.

La seriedad del Underboss, repasando la vista sobre las sábanas intrigó a Amelia.

—¿Me retiro? —preguntó, notando su impertinencia.

Previamente el Underboss le permitió dormir en su habitación y como muchas otras que la noche llegaba, le pedía retirarse. A diferencia de esas noches, le pidió descansar en su cama y acostarse junto a ella. Sin mimos, caricias o palabras. Un roce de labios y las buenas noches fueron todo lo que Amelia escuchó, antes de dormir profundamente en sus fríos brazos.

—Quédate —contestó.

Amelia se regocijó con la petición. Días anhelando esas palabras e imaginando tanto que se metió de inmediato en la cama, pero Alekseev dió la vuelta, confundiéndola.

—Vuelvo pronto —dijo Alekseev desde la puerta, devolviéndole la felicidad.

Cada día, una acción o invasión de su espacio personal, Alekseev aprendía a tolerarla. Lo que al inicio eran segundos tomados de la mano, se convirtieron minutos. Un beso en el dorso de la mano, escaló hasta convertirse en roces en los labios. Verla semi desnuda ya no le molestaba. Precisamente por eso, le pidió quedarse, probándose a sí mismo.

—Andando —dijo al espécimen de ojos verdes que lo esperaba en el pasillo—. ¿De que me perdí?

—Sin novedades —contestó Vadir entregándole un paquete de cigarros y caminando a su lado—. El laboratorio sigue en pausa, las nuevas instalaciones van a un ochenta por ciento. Adam se ha mantenido al margen, hermético en cada aprobación de obra.

Su joven macho, aunque no lo demostraba, continuaba molesto. Dos semanas no podían aminorar sus cortantes respuestas o el hecho que no buscará su tacto. Aunque al principio le resultaba divertido, poco a poco ya no.

—El traslado no dió resultados —continuó su informe caminando a su lado—. Dos de las hembras no cumplieron con lo acordado y desertaron. La invitación del presidente de la ONU se descartó por posibles conflictos de intereses. El inventario está al día, Amelia no tendrá problema. Su auxiliar ...

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⏰ Última actualización: 6 days ago ⏰

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