CAPITULO 12

114 4 1
                                    

Mientras en el campamento, Teresa había tratado de ponerse en contacto con Dávila, y no lo había conseguido.

- Mono Kwenda (yo voy) – dijo de pronto con su seriedad habitual

- Te (no) – lo detuvo del brazo poniéndose de pie - Nge nwa te... kukwanga, Kusadisa (No. tú solo no, necesitamos ayuda)

- Ban kele ezali likama, mami (ellos están en peligro, mami) – le dijo preocupado - Mono kwenda na niki Zambi, Yildas... (yo voy con Zambi, Yildas) – hizo un gesto con sus manos - Nge kutuba en Zik (Tú llamas a médico nosotros iremos)

- Es una locura – dijo Teresa abatida mirándole con sus ojos repletos de miedo

- Mami... malembe (mami tranquila)

- Mono kwnda na niki beno (yo voy con vosotros) – le dijo con gesto serio el joven Ngouabi

No hubo más palabras, los cuatro hombres se marcharon con las canoas que tenían para pescar, por suerte Zulú se puso en contacto con ella para susurrarle un nombre cuando violeta se había callado. Con esa idea los cuatro hombres con fusiles partieron por el río, sabían que en un par de horas o tres podían llegar, quizá muy tarde, pero, debían intentarlo. Como lo intentaba Teresa, que desesperada trataba de localizar a Dávila, habían pasado media hora desde que Violeta había dicho que aquello tenía mala pinta, probaba cada dos minutos, pero la radio le daba esa señal que habían inventado para situaciones límites.

- No puede ser... no puede ser.... – Lula apareció a su lado abrazándose a ella mientras Teresa rompía a llorar

- Ngudi todo bien - susurró con voz dulce

Aquella palabra de Lula, le hizo girarse con los ojos llenos de lágrimas, le había llamado Madre, se abrazó a la muchacha que a su vez llevaba al pequeño bebe en su cuerpo, y calmó la angustia de Teresa, con aquella palabra, con aquellas caricias, con aquel calor para el frío que sentía, que presentía que le recordaba una palabra, muerte.

Mientras, Vilches estaba delante de violeta y Chiara que las habían colocado detrás, Chiara había tratado de no mirar a la izquierda pero, era prácticamente imposible no hacerlo, allí los cuerpos en su mayoría de mujeres, Violeta sabía que habían hecho con ellas, y sintió como si la rabia que sentía en su interior fuera un volcán y estuviera a punto de salir, controlaba como podía las ganas de gritar, sus puños cerrados, su mandíbula apretada, sus ojos clavados en el suelo oscuros, repletos de dolor. Chiara por su parte, pudo imaginarlo, sintiendo que quizá su cuerpo pronto estaría como aquellos, desangrados, mutilados o simplemente agonizando. El olor, el intenso olor a muerte, el olor a sangre, el olor a inmundicia que desprendían aquellos hombres era insoportable, sentía su estómago bailar arriba y abajo, ¿qué iba a pasar?

- "Vio... vio" – la llamaba con la mente necesitando su abrazo, aquel que la tranquilizaba, pero las palabras de Vilches le hicieron abandonar sus pensamientos.

- ¿Qué es lo que queréis? – Vilches sabía que aquello era el final si el aviso de Teresa no llegaba, pensaba en Violeta y Chiara y no sabía cómo solucionar el problema habló con el jefe que los miraba a los tres de manera hostil

- Me llamo Dofne, soy mfumu

- Encantado mfumu, mi nombre es Vilches – no movió ni un solo músculo mientras

Zulú y Dib eran apuntados por dos de ellos con el fúsil.

- Bien, tu salvar a mi hijo y otro hombre

- ¿Están enfermos?

- Ven – Vilches lo siguió hasta un pequeño escondite con ramas, allí dos cuerpos sangrando, el olor le provocó una arcada que tuvo el bien de controlar - Mi hijo él, primero salvar

Aventuras en la selva - KIVIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora