CAPITULO 13

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Con la cabeza sobre aquella almohada incómoda, demasiado bajita para su gusto, pensó en lo ocurrido. Notaba como su corazón oprimía el pecho, el miedo que sintió, como disparó a aquel hombre en sus partes, el gesto al caer, la sangre, demasiados recuerdos para borrar, pero por encima de todos ellos, existía uno que tenía vida propia, ese que por más que quisiera apartar se resistía a hacerlo. Los labios de  violeta, recibiendo su beso, los carnosos y suaves labios de violeta atrapando los suyos, dándoles vida, sus manos apretando su espalda, y sus propios dedos acariciando su cuerpo. Rezaba en ese momento para que violeta cuando despertara no recordara nada, rezaba para que no pudiera recordar el beso y así, sacar partida de lo ocurrido. O era tan simple como decir, hice lo que en ese momento me dictó el corazón. Sin embargo, tras un suspiro, no pudo evitar tener la necesidad de verla, ¿y si le habían engañado? podía aprovechar que Claudia no estaba para verla, tan solo verla desde la puerta.

Al levantarse un ligero mareo se apoderó de ella, resopló y se quejó cerrando los ojos, para después descalza caminar hacia la habitación pequeña, allí donde le habían dado vida al hijo de Massamba y Lula. Se detuvo en la puerta, la luz había desaparecido, y tres velas en una mesa eran testigos de la estancia de Violeta . La penumbra se apoderaba de ella, una vez se acostumbró a esa escasez de luz, dio unos pasos hasta acercarse, se había dicho que no iba a entrar, pero una vez allí, al verla, volvieron esas ganas de estar a su lado, suspiró. Despacio se acercó hasta ponerse junto a ella. Al ver su rostro amoratado y su ojo cerrado e hinchado, su gesto fue de dolor, no pudo evitarlo, dos lágrimas recorrieron su rostro mientras se mordía el labio inferior. Se acercó un poco más, y con temblor en su dedo le retiró un mechón de pelo que caía sobre su cara.

- Hola Vio... espero que... bueno... sólo que... ¡joder...! – trataba de hablarle, pero el dolor por verla así le obligó a callar, con un temblor marcado en su barbilla

- "Chiara.. eres tú..." – no podía hablar, se encontraba en un sueño, donde estaba echada sobre el césped en algún lugar y la voz de Chiara le llegaba como la brisa del mar, fresca y mágica

- Pasé tanto miedo al verte allí, me alegro de que... estés bien yo... creo que me pasaron muchas cosas por la cabeza y... – estaba tratando de disculparse atropelladamente

- "Bésame... bésame otra vez... por favor Chiara!" – su respiración comenzó a alterarse

- Me voy Vio... ahora vendrá ella a... – entonces vio como la mano de Violeta se levantaba despacio, lentamente y supuso que la estaba escuchando, tragó saliva no pensó que pudiera escucharle

- "No te vayas... no me dejes... no te vayas" – trató de hablar, pero sus palabras se perdían en el ambiente, solo ella las escuchaba

- No te esfuerces Vio... tranquila... todo está bien... tranquila, no hables, descansa

- "Pero no te vayas"- insistieron sus pensamientos



La reunión había dejado claro que la situación se estaba volviendo insostenible en algunos puntos del país. Vilches y Teresa solo escucharon, era una decisión central y ellos nada más podían que cumplir órdenes, pero la tristeza en ambos se reflejó en sus ojos, en su mirada triste. Vilches se retiró a dormir, Dávila hizo lo mismo, se repartieron en las cabañas de ambas, Claudia en la de Violeta y en la habitación de Chiara lo hizo Dávila. Pero mientras terminaban de hablar, Teresa decidió hacer una visita a los tres, Dib dormía relajado, en la cama de Chiara, no había nadie algo que la sobresaltó, pensó que podía estar en el pequeño lavabo, y decidió ir a ver a Violeta. Tuvo que hacer un esfuerzo porque las velas se estaban consumiendo, pero, una sonrisa iluminó su rostro cuando vio como Violeta tenía la mano de Violeta cogida, y su cabeza reposaba sobre su otro brazo en la cama de Violeta. Aquella estampa, compensó parte del sufrimiento vivido.

Aventuras en la selva - KIVIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora