CAPITULO 24

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Volvió a cerrarse la alambrada, tras una charla de Vilches con el coronel Tugamba, Chiara y Violeta se marcharon cada una a una tienda. Era la hora en la que la pequeña debía recibir las curas, sobrecogida por la situación de aquella niña que seguía dormida, los ojos de chiara se llenaron de lágrimas, la madre la miraba sin entender porque lloraba, aquella enfermera.

- No sé cómo puedes permitir algo así, es tu hija... ser mujer no significa que deba pasar por esto, ser mujer es algo hermoso que nadie debe manipular y mucho menos hacer esto – le decía mientras le caía una lagrima - Sé que no soy nadie para decirte esto y sé ni me entiendes ni te interesa... pero... no sabes el dolor que esto me provoca, la rabia que nace en mí... ¿cuántas niñas morirán por este rito? esta pequeña ha tenido suerte de encontrarse con Violeta ¿pero cuántas quedaran por el camino? – su voz se ahogó por el dolor.

Volvieron a sentarse bajo el mismo árbol, esta vez lo hicieron los tres, Violeta seguía con el gesto algo serio, Chiara tras salir de curar a la pequeña, lo hacía con algo de su misma seriedad, y Vilches parecía el más relajado de los tres. Fue quien habló entre aquel silencio tenso.

- De momento no nos podemos quejar. ¿Cómo sigue la pequeña?

- Tiene muy inflamada toda la zona, y algo infectada, sigue con el gotero, le he hecho la cura, pero... creo que va a pasar mucho tiempo hasta que esté bien

- Nunca lo estará

- De verdad... no lo entiendo - su gesto reflejaba el profundo desconcierto que sentía en su interior

- Ni lo intentes entender, afortunadamente no está muy extendido aquí en el Congo, pero sin duda, hay demasiados lugares, tribus, donde se practica, lo hace una hechicera, la madrina de la niña y la madre deben estar presentes, la atan a un palo y deben guardar silencio para no deshonrar a la familia – le narraba con la voz algo temblorosa - Dependiendo de cómo sea el modo, ponen una cataplasma de hierbas en la zona, o cosen con cualquier cosa.

- En este caso le habían cosido con hilo de bambú, eso le ha producido la infección – añadió Violeta

- Animaladas varias – susurró afectado como ellas

- ¿Y no hay manera de detener eso?

- ¿Puedes parar un alud de nieve? ¿un desbordamiento de un río? – la miró con seriedad - Es cosa de la naturaleza ¿verdad?, para ellos esto es cosa de la naturaleza

- La mujer no debe sentir placer, es algo tan arraigado que muchas de ellas se sienten orgullosas de estar mutiladas. Recuerdo una ocasión, íbamos Cruz y yo

- No me nombres a esa preciosidad por favor... que se me altera el estómago – dijo muy serio

- Lo siento – sonrió al igual que lo hizo Chiara - Bueno pues iba yo y otra compañera, a un campo de refugiados, con la ayuda de una mujer adinerada del país, había dejado a su marido, había sacado todo su dinero y ha creado una zona donde las mujeres, prostitutas principalmente, pero el resto también, se refugian con sus hijos, o solas, reciben educación y tratan de darles nociones de trabajos. Pues nos comentaba que había mujeres mutiladas que no querían compartir el lugar con otras que no lo estaban porque eso era pecado, era ir contra los dioses, contra Dios

- Qué fuerte – susurró nuevamente atraída por las explicaciones de Violeta

- Así es, es un tema tabú para muchas, y aunque nosotros tratamos de enviar informes y tratamos de buscar soluciones es imposible

- Pero esa niña... puede morir, aún no está fuera de peligro – seguía hablando impactada ya no solo por lo que veía, sino, por la forma en que lo hacían podía imaginarse a las niñas atadas sufriendo aquella amputación y le creaba una angustia terrible
- Muchas mueren

Aventuras en la selva - KIVIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora