CAPITULO 16

184 6 0
                                    

Violeta  tenía razón, en dos cosas, el camino era en alto, le costaba subir, si no fuera por su ayuda, estaba segura que no habría podido llegar, y el sonido de los animales al unísono, formaba una música repleta de jolgorio, de tranquilidad, andaba pensando en que estaba en el paraíso, los rayos del sol jugueteaban entre las hojas de los árboles infinitos hasta casi el cielo, como si compitieran para beberse toda la luz del sol y el calor, las lianas espectaculares se dejaban ver como si fueran las reinas de la selva, chiara no daba abasto para sacar fotografías, violeta la miraba y se reía, estaba feliz de verla a ella feliz, tenían que subir por caminos de bajo bosque, algunas veces debían subir a cuatro patas como si fueran unos chimpancés más.

- ¿Escuchas?

- Oigo agua

- Sí, la cascada está por ahí – le señaló poniéndose detrás de ella rozando casi sus cuerpos ambas, volvieron a sentir la misma electricidad - Mira... mira

- ¿Qué? – sus ojos miraron hacia arriba donde marcaba su dedo

- Es el pájaro carpintero, mira como prepara su nido, ahora es la época de cría – seguía allí demasiado cerca de ella, y mientras señalaba con su dedo hacía la rama alta del árbol, sus ojos bebían el perfil de chiara

- ¡Qué fuerte!, déjame hacer una foto

- Claro – seguía mirándola casi sin parpadear - Mira allí, es un papamoscas azul, ¿lo ves?

- Sí, sí – decía encantada

- No cantan mucho, pero cuando lo hacen es un canto espectacular, relajante, agradable

- Que bonito es

- Sí, como tú – le susurró, chiara cerró los ojos sin decirle nada - Vamos

Violeta le dio la mano, notó cierto temblor en la de chiara y sonrió, con cuidado se desplazó con ella por uno de los caminos laterales rodeadas por un intenso bosque bajo verde, intensamente verde, sin soltar su mano, con el corazón latiendo a impulsos, parecía que por momentos se iba a salir de su pecho, no podía controlarlo, a esas alturas, la humedad en ella debía estar apareciendo, sabía lo que venía después, aunque a ninguna de sus conquistas había llevado tan lejos, pero en esa ocasión, su humedad no había hecho aparición, más bien, latidos, nervios, millones de mariposas en su estómago, y una sonrisa tonta que no podía borrar de sus labios. Mientras chiara, aquel susurro le había dejado una sensación extraña, la proximidad del cuerpo de Violeta, ya le había desbaratado los nervios, y su voz, le había desbaratado algo más, un ligero deseo.

- Ahora con cuidado, tenemos que tumbarnos, ¿vale?

- ¿Dónde? – preguntó algo desconcertada como si no se fiara de ella

- En el suelo, y habla muy bajito

- Vale – sonrió por el gesto de violeta

- Vamos allá

Violeta se tumbó, y chiara hizo lo mismo, bordearon una esquina de la montaña donde estaba repleta de verde, y ante los ojos desorbitados de  chiara , apareció una extensa sábana con el cielo al horizonte inmensamente azul.

- Ahí lo tienes, mi regalo para ti

- ¿Son elefantes? – preguntó atónita y emocionada

- Sí, elefantes y mira... allí a la izquierda jirafas –le decía acercándose a ella con cuidado

- Dios mío, es impresionante – susurró

- Me alegro que te guste. Venga ¿no vas a hacer fotos? – le preguntó sonriente al ver su expresión
- Claro, claro – comenzó a disparar, aquello era tan maravilloso que no se podía dejar de guardar aquellas instantáneas en su cámara, pero también en su retina, mientras fotografiaba no se daba cuenta del gesto encandilado de violet mirándola - ¿Y esos árboles?, que diferencia ¿no?

Aventuras en la selva - KIVIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora