𝐎𝐧𝐞𝐒𝐡𝐨𝐭𝐬 𝐝𝐞 𝐁𝐨𝐤𝐮 𝐧𝐨 𝐇𝐞𝐫𝐨 𝐀𝐜𝐚𝐝𝐞𝐦𝐲

𝓓𝓪𝓫𝓲 🩷

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Advertencia: un poco de Lemon

𝘚𝘪𝘦𝘮𝘱𝘳𝘦 𝘴𝘦𝘳é 𝘵𝘶 𝘮𝘪𝘯𝘪𝘯𝘰
Parte dos

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— Yo soy tu gatito. —

No tenían nada de sentido las palabras del albino que había en tu cama.

— Eso... No puede ser... —

Pero a la vez tenía mucho sentido. Muchas características de este chico eran similares a las de tu gato.

— Te explicaré todo. Solo... —

Dabi intentó acercarse, provocando que la sábana que apenas cubría su cuerpo... deje de cubrir su cuerpo.

Roja como un tomate desviaste la mirada, a la vez cubriste tus ojos.

— Primero... voy a salir a comprarte ropa... — murmuraste, aún sin verlo. Ya que en tu casa no había absolutamente nada de ropa para hombre.

Desde que era un gato que el peliblanco vivía desnudo. Un poco se había olvidado de lo que era ser humano.

— Claro... Lo siento. — se cubrió nuevamente con la sábana y volvió a recostarse.

Seguías un poco sorprendida. Pero tenías todo el derecho de estarlo. Te fuiste a dormir con tu gato y de repente un chico, que es muy similar al gato, aparece en tu cama al otro día.

Buscaste tu ropa y te fuiste a vestir al baño para salir a comprarle ropa a... tu gato. Regresaste rápidamente, puesto que había un extraño en tu casa.

Dabi se había vuelto a quedar dormido, abrazado a tu almohada que estaba impregnada con tu aroma, fingiendo que eras tu.

— Hey... Hey... — lo despertaste. Tocándolo en un hombro.

— Solías despertarme de una manera más cariñosa cuando era un gato. — se quejó Dabi, aún con sus ojos cerrados.

Recordaste que siempre lo besabas y acariciabas para despertarlo. Enrojeciste.

— Sí claro... Vístete. Quiero saber que ocurrió con mi gato. — dejaste la ropa sobre la cama y saliste de la habitación.

Con mucho desgano, Dabi se levantó, quería seguir durmiendo al menos diez horas más. Se vistió con lo que le compraste: un pantalón de jogging negro, una camiseta blanca y zapatillas. También le habías comprado un bóxer blanco.

Lo esperabas en la sala, con una taza de té para cada uno. Después de todo, algo tenían que desayunar.
De repente pensabas si no estabas siendo demasiado amable con un extraño que había aparecido en tu casa.