Capítulo 9

9 0 0
                                    

Stefan Mocanu

Una vez mi amigo, me hizo una señal, entre en el almacén, cerrando la puerta podrida detrás de mi. Ayudé a Alexander a desnudar a Larisa y a atarla a la silla con las cuerdas. Una vez se despertó, empezó a mirar alrededor del cuarto. Yo la miraba mientras estaba sonriendo.

Larisa Roman

Me levanté en el cuarto de antes, atada a una silla, miré hacia abajo, viendo que estoy desnuda. Oh no... Pensé desesperadamente. Me podrían hacer lo que quisieran, pero no desnudarme. Me siento expuesta, pero no por tener mis tetas al aire. Si no por dejar mi tripa, estrías y rollos a la vista. Miré a Stefan, aterrada, confusa y avergonzada.
-¿¡Qué coño es esto, Stefan!?- le grité.
De la nada siento su mano haciendo contacto con mi mejilla, me habia pegado.
-A mi no me alces la voz, ¿vale, puta?- escupió esas palabras como veneno.
-¡Puta tu madre, cabrón! ¡Desátame!- grité de nuevo. Me daba igual si me pegaba, me quería vestir y esconder mi cuerpo.
Me volvió a pegar, mi mejilla estaba ardiendo mientras tenía lágrimas en las esquinas de los ojos. Siento su mano agarrarme del cuello e inclinarme la cabeza para mirarle obligatoriamente.
-Te dije que no me alces la voz, ¿no?- dice con una sonrisa afectada. -Ahora estás en mis manos, y haré lo que quiera contigo. Y no intentes escapar, o tendrás una bala atravesando tu cerebro.- sacó una pistola con su mano libre y la apunto al lado de mi cabeza.- ¿Entendido, putita?
Con miedo, tragué y asentí, mis ojos fijados en la pistola.
Stefan se rió entre dientes, mientras guardaba la pistola. Su mano volvió a hacer contacto con mi mejilla, pero estaba vez era más gentil, su pulgar acariciando mi mejilla suavemente.
-¿Tu me quieres, Larisa?- dijo con la voz melosa.
Yo... titubeé un poco.
-Como un amigo...si...
Sus ojos se oscurecieron con ira y su agarre se hizo aún más fuerte.
-¿Sólo como un amigo? ¿Después de todo lo que hice por ti? Eres una puta muy malagradecida..-su voz turnó gutural y gélida. -¿Me quieres o no?
Yo por el miedo que me daba, asentí.
-Esa es mi chica. Dime...¿te sientes celosa de Saray? Y no me mientas, sabré cuando mientes...
No dije nada por unos segundos, pensado si mentir o no...pero al fin y al cabo, asentí.
-Sí....me siento celosa, ¿y qué?- dije, tratando de ponerme a la defensiva.
Stefan se rió entre dientes de forma gutural.
-Ya se lo que vamos a hacer mañana.
Con eso, retorció uno de mis pezones y yo solté un chillido.
-¡Ow!
Stefan se volvió a reir y se fue. Me dejó sola en mitad de la nada y con mucho frío.

Estuve 30 minutos gritando por ayuda, pero era inútil. Nadie me escuchaba. El cansancio se estaba apoderando de mi, y me entregué a el. Me acabé durmiendo en una situación así...

El guardaespaldasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora