Capítulo 9: El Primer Paso

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A mis 24 años, decidí dar el primer paso hacia la búsqueda de ayuda profesional y fui a una cita con un psicólogo. El simple hecho de agendar la cita ya había sido un desafío monumental. Me sentía abrumada y no sabía qué esperar. La ansiedad me invadía, y estaba a punto de cancelar la cita en varias ocasiones. Sin embargo, un impulso de esperanza y la necesidad desesperada de encontrar algo de paz me llevaron a ir.

La sesión fue un torbellino de emociones. Al llegar, me sentía tan perdida y desorientada que no sabía por dónde empezar. Las palabras parecían eludirme, y las lágrimas brotaban sin control mientras intentaba explicar lo que estaba sintiendo. Salí de allí llorando, con el corazón aún más pesado, pero al mismo tiempo, un pequeño resquicio de alivio había comenzado a formarse.

En ese tiempo, tenía una pareja sentimental. Le hablé a la psicóloga sobre él, sobre cómo me sentía vacía pero, a la vez, lo quería demasiado. A pesar de la falta de claridad en mi vida, él representaba mi lugar feliz, mi escape de la realidad gris y dolorosa que me rodeaba. En mi vida, nunca había experimentado una relación sana, y la línea entre lo saludable y lo insano me resultaba difusa.

Con él, sentía que mi mundo adquiría colores que antes solo conocía en tonos de blanco, negro y gris. La forma en que me hacía sentir, cómo mi corazón se llenaba de una alegría que había sido escasa durante tanto tiempo, era algo que no quería perder. Sin embargo, a pesar de sentirme bien con él, no podía seguir. Siempre había puesto los sueños de los demás por encima de los míos, y el miedo al abandono me atormentaba. Sentía que tenía que hacer lo que se esperaba de mí para sentirme valorada. ¿Y quién era yo para decirle a alguien que se quedara con algo roto e inservible como yo? Mi autoestima era un tema que necesitaba trabajar, pero parecía inalcanzable.

La psicóloga notó la profundidad de mi dolor y, ante mis pensamientos suicidas, me refirió a un psiquiatra. La idea de hablar con otro profesional me asustaba, pero también sabía que era un paso necesario.

Echoes from the Abyss: My Life in FocusDonde viven las historias. Descúbrelo ahora