Capítulo I.

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"Eran amantes eternos, destinados a encontrarse."
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Jamás en su vida había golpeado a nadie, en serio, mayormente ella tenía una personalidad tranquila y muy paciente, pero ese maldito imbécil se lo buscó. Sentada en una de las sillas de la oficina del director, escuchando sus quejas y reclamos.

—Señorita Carson— llamó el hombre viejo, colocando sus manos encima del escritorio para aparentar autoridad. — Debería disculparme con Naoya Zenin.

El chico que había golpeado era de unas clases avanzadas. Lo había hecho por la simple razón de que él estaba haciendo lo mismo con unos niños más pequeños. ¡Por Dios! ¿Qué clase de loco es ese chico? Obviamente, ella intentó hacerlo por las buenas, hablando con él como personas civilizadas, pero no funcionó porque recibió un fuerte empujón acompañado de: ¡Cállate, las mujeres no hablan! Ya sabía que algunos hombres de Japón son unos machistas.

—¡No lo haré!—exclamó, levantándose de golpe un poco sobresaltada por la petición del mayor—. ¡Él comenzó! ¡¿Por qué debería disculparme?!  

El hombre canoso negó ante el comportamiento poco femenino de la menor, siendo consciente de que la chica pertenecía a otro país, pero no iba a tolerar esas faltas de respeto. 

—T/N— La llamó por su nombre como un adulto regañando a su hijo. — No sé cómo eran las escuelas en su país… 

El sentimiento de enojo la invadió, ¡odiaba a todos! Llevaba tres años en Japón y lo único que recibía por parte de ellos son miradas juzgadoras. Sí, es una extranjera, efectivamente es Latinoamericana, pero eso no significa que no tuviera educación. 

—Créame que en mi antiguo colegio tenía una mejor educación que aquí —dijo colgando su bolso en sus hombros—. Y si espera que le pida disculpas a ese pedazo de mierda, puede seguir ahí sentado esperando, porque no lo haré. 

Con un gesto decidido, la chica dejó al hombre sin palabras y cerró la puerta de un golpe, provocando que los bolígrafos del escritorio del director temblaran.

Era consciente de que su actitud no era la más adecuada, pero ya estaba cansada de que la juzgaran sin realmente conocerla.

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Sus pasos retumbaron por el pasillo de la escuela. Los murmullos de los estudiantes llenaban el aire a sus espaldas, sus miradas se clavaban en ella como dagas. A pesar de la presión que sentía, apretó la mandíbula y mantuvo la cabeza en alto, decidida a no mostrar debilidad. 

Podía ser muchas cosas, pero jamás se dejaría intimidar, no de nuevo. Justo cuando estaba a punto de alcanzar la salida, una mano firme la detuvo bruscamente, sujetándola de una muñeca. 

—Maldita, mujer—replicó la voz del hombre—. Te juro que…

Alzó la mirada con desafío; ahí estaba Naoya Zenin, el chico que cree ser importante por pertenecer a una familia poderosa. Apretando su muñeca con enojo e insultándola sin cesar. La chica de ojos dorados se encogió de hombros, sonriendo juguetonamente al notar el moretón en su ojo.

—¿Qué vas a jurarme? —preguntó, levantando una ceja con curiosidad—. ¿Vas a golpearme? —retó, burlona—. Típico de hombres estúpidos como tú.

Ámame║Gojo SatoruDonde viven las historias. Descúbrelo ahora