Capítulo 7
La vida es un maldito jaque mate.
Ya sé cómo se siente una gente que ama hacer lo que le gusta, solo que lo hace con un miedo de que por culpa de eso que le gusta destruyan a sus seres queridos.
—Cinco, cuatro, tres, dos... uno —musito para mí mismo y de repente las luces se apagan.
He vuelto a hacer lo que me gusta.
He vuelto a ser un stripper.
He vuelto a bailar.
Solo que esta vez, me atemoriza hacerlo.
La gente que me rodea grita, con una emoción increíble al saber que estoy parado en la tarima, con ganas de que les demuestre lo bien que sé bailar, pero si tan solo se dieran cuenta de lo destrozado que estoy por dentro cambiarían de opinión.
Antes de empezar, voy directo al micrófono que está apartado y todos hacen silencio cuando lo tomo y doy dos toques.
—Alguien me ha murmurado que hoy se nos casa alguien de acá... —un grupo de chicas que no están tan lejos empiezan a chillar de emoción.
Mis ojos se enfocan en ellas y recorren a una pelinegra vestida de blanco. Tiene un velo en la cara, no se le nota mucho, aunque tampoco parece muy emocionada que digamos ya que ni chilla, ni se mueve con emoción. Es como si casarse no estaba en sus planes o está lo suficientemente embriagada que no se puede mover.
—Así que la necesito en esta tarima —trato de sonar emocionado, solo que las imágenes de los hombres observando mi casa, mi pasado, mi hijo, ha sido algo que me perturba y no me sale muy bien.
La chica pelinegra sube a la tarima después de que sus amigas insisten en que lo haga. Viene a pasos no muy rápidos y cualquiera que pueda escanearla bien sabe a la perfección que no quiere hacerlo. Yo entro en duda en si pedirle que se quede, solo que cuando voy a decirle que no es obligatorio ya ella está sentada.
Trato de verla a profundidad, a través del velo.
—Hola... —musito, enfocándome tanto en ella que me da a que tiene unos ojos cuestionables.
De alguna forma, ambos estamos completamente enmascarados.
Mi pasamontaña lo llevo puesto, mi vestuario es uno sensual ya que consta de una bermuda muy corta de látex y arriba no llevo nada puesto, solo en los brazos tengo un tipo cubre brazos que empieza desde mis muñecas hasta mis codos. Eso es ventaja porque me cubre parte de los tatuajes mientras que los demás están totalmente cubiertos por buenas cantidades de maquillaje.
La canción empieza y yo hago lo mismo, caminando a pasos lentos hacia delante.
La pelinegra se me queda mirando, la cercanía en la que le bailo hace que mi mente palpite por el color atractivo de sus ojos. Siento que la he visto, solo que no sé dónde. Siento que la conozco, pero no puedo recordarla, tengo que verla directamente.
Under the Influence de Chris Brown es la canción que se reproduce y con la que me encuentro bailando. Cada movimiento es sensual, las veces que me siento encima de las piernas de la pelinegra me hace querer ver más allá de esa tela que cubre su frente.
Y yo siento lo mismo por parte de ella.
La curiosidad es notoria, por más que la gente grita mientras bailo ella no me quita los ojos de encima. La canción termina y ni siquiera me doy cuenta, me perdí en su mirada.
Sentirse atraído, amar o gustar son cosas bastante diferentes. Yo amo a mi hijo, me gusta mi esposa, odio tener que decirlo, pero es que siento que me atrae Thiago, solo que... con esta chica ninguna de esas tres cosas aplica. Lo que siento por ella en este momento es saciar la necesidad de saber quién carajos es.
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The Strippers (El Regreso de los SexysSweet
Teen FictionLas decisiones de los demás crearon un caos de los que ellos creyeron escapar. Los una vez llamados SexysSweet vuelven a aplicar su lema: "HOTGUYS hoy, HOTGUYS siempre", creando otra vez esa unión cuando las consecuencias de sus actos empiezan a cob...