Capítulo 9: Misterios y trampas

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El viento salado del mar acariciaba las hojas de las palmeras que rodeaban el improvisado campamento, y el cielo comenzaba a teñirse de suaves tonos rosados con la llegada del amanecer. HongJoong fue el primero en abrir los ojos, el calor reconfortante del cuerpo de Seonghwa a su lado brindándole una sensación de seguridad que, aunque no lo admitiera abiertamente, era algo de lo que ya no quería prescindir.

Despertó entre los fuertes brazos del alfa, y por un momento, simplemente permaneció allí, observando cómo las luces del alba delineaban los contornos del rostro de Seonghwa. La tranquilidad de la escena era engañosa, pues bajo esa fachada de serenidad, una tormenta de pensamientos asaltaba su mente. El acertijo que YunHo les había revelado no dejaba de resonar en su cabeza, pero ahora, más que antes, sentía que la carga que llevaba sobre sus hombros se aligeraba al saber que no estaba solo.

Moviéndose con cuidado para no despertar a Seonghwa, HongJoong se incorporó, alzando la mirada hacia el horizonte. El aire fresco de la mañana era una bienvenida después de las intensas emociones del día anterior. Sin embargo, algo llamó su atención, una extraña sensación de que algo no encajaba. Observó a su alrededor y sus ojos se detuvieron en un pequeño montón de provisiones que no había estado allí la noche anterior.

HongJoong frunció el ceño, su mente trabajando rápidamente para tratar de entender cómo habían llegado ahí. ¿Había pasado algo durante la noche? ¿Alguno de sus compañeros había encontrado esas provisiones y decidido no mencionarlo? Con la mirada aún fija en las provisiones, giró hacia Seonghwa y lo sacudió suavemente.

—Seonghwa… —susurró, con un tono que revelaba su preocupación—. Despierta. Necesito que veas esto.

El alfa abrió los ojos lentamente, ajustándose a la luz del amanecer. Parpadeó un par de veces antes de enfocarse en la expresión seria de HongJoong.

—¿Qué sucede? —preguntó Seonghwa, sentándose con rapidez.

HongJoong señaló hacia las provisiones, y Seonghwa siguió la dirección de su dedo. La confusión fue reemplazada rápidamente por una mirada de sorpresa.

—Eso… no estaba ahí anoche —dijo Seonghwa, levantándose para inspeccionar más de cerca lo que habían encontrado—. Estoy seguro de que ninguno de nosotros dejó esas cosas ahí.

HongJoong asintió, su preocupación intensificándose. —Eso pensé. Y si alguien hubiese estado merodeando cerca, estoy seguro de que lo habrías notado, Seonghwa. Eres de sueño ligero.

Seonghwa frunció el ceño mientras examinaba las provisiones, que consistían en bolsas de tela llenas de alimentos secos, cantimploras repletas de agua y lo más sorprendente de todo: ropas limpias y dobladas con cuidado.

—No lo entiendo… —murmuró Seonghwa, pasando los dedos por la tela de una de las prendas—. Esto es demasiado extraño, incluso para YunHo. Aunque… es la única explicación razonable.

—¿De qué hablas? —preguntó HongJoong, acercándose para ver lo que Seonghwa sostenía.

—Estas ropas… —dijo Seonghwa, mostrándole una camisa—. Tienen etiquetas con nuestros nombres. Míralo. Esta tiene el tuyo.

HongJoong tomó la camisa, observando la pequeña etiqueta cosida en el interior que efectivamente llevaba su nombre. —Esto es… realmente inquietante —admitió, con una expresión perpleja—. YunHo no conoció a todos. ¿Cómo es posible que sepa nuestros nombres, especialmente los de quienes no lo vieron?

Seonghwa asintió, dejando la camisa a un lado. —Tienes razón, pero como dije, él parece ser más que un simple hombre. Quizás, como guardián de la isla, tiene formas de saber quiénes estamos aquí. Eso explicaría cómo pudo obtener esta información.

El Aurora del Capitán [SeongJoong]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora