𝐖𝐀𝐒 𝐓𝐇𝐀𝐓 𝐑𝐄𝐀𝐋𝐋𝐘 𝐘𝐎𝐔 𝐍𝐄𝐗𝐓 𝐓𝐎 𝐌𝐄?┊Atrapada en un romance virtual dentro del vibrante mundo de "Love and Deepspace", Ashaely se enfrenta a la aterradora realidad de no poder escapar. Mientras su corazón se inclina hacia uno de l...
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La noche se extendía, espesa y cargada, pero esta no era como las demás.
El whisky, añejo y con un aroma a roble ahumado, acarició suavemente su paladar. Un elixir suave como terciopelo, deslizándose por su lengua, lamiendo el borde del vaso con una familiaridad que contrastaba con la gélida indiferencia que reflejaban sus ojos. Era un fuego fugaz, una llama breve que se extendía desde el fondo de su garganta hasta el pecho, un cálido fulgor que se enfrentaba a la fría indiferencia con la que contemplaba la farsa que se desarrollaba a su alrededor.
Una fiesta de máscaras, una elaborada pantomima de risas y conversaciones vacías, gestada por uno de sus socios, un rostro apenas conocido en la vasta extensión de su universo. Cada máscara, un disfraz que ocultaba la verdadera naturaleza de los asistentes, como si se hubieran puesto un escudo impenetrable ante la mirada aguda del hombre que observaba con detenimiento cada gesto, cada palabra, cada mirada.
La música, un ritmo insípido y repetitivo, no hacía más que acentuar la artificialidad del ambiente, una orquesta que acompañaba a la farsa con una melodía que no lograba despertar ninguna emoción en su alma. Carecía de arte.
Con un suspiro profundo, como si le pesara el alma, esquivó las miradas curiosas que lo seguían, las murmuraciones que se escurrían en el aire al verlo sentado en aquel rincón. Un sofá de piel negro, extensivo y suntuoso, con bordes dorados que refulgían como dientes de un animal salvaje, subrayando la fiereza del hermoso humano sentado sobre este.
Las mujeres exóticas, como flores en un jardín nocturno, desfilaban ante él, sus sonrisas radiantes, pero sus miradas esquivas. Sabían el precio que podía ofrecer un hombre como aquel, un hombre de poder y misterio.
Sus dedos, ágiles como los de un maestro de marionetas, jugueteaban con el borde del vaso nuevamente mientras observaba la multitud, la fauna diversa de la noche. En los rincones, como tiburones en aguas turbias, se escondían figuras poderosas, aunque quizá menos opulentas que él.
Su cabello plateado, cuidadosamente peinado, era un halo de impecabilidad; una máscara negra, como un velo de enigma, ocultaba su rostro. Su pecho, ligeramente descubierto por los botones desabrochados de su camisa negra, era un símbolo de la osadía que ocultaba bajo su porte elegante. Un saco rojo vino, como un toque de fuego sobre el lujo de sus prendas, completaba su imagen, una fusión de estilo casual y sensualidad, una declaración de poder que solo él tenía.
─Jefe. ─Kieran, con su máscara de cuervo ocultando por completo sus rasgos, se enderezó hasta alcanzar su altura. Inclinándose hacia él, susurró con una voz baja, apenas perceptible, para que ningún oído ajeno se viera afectado por sus palabras. ─Si usted lo desea podemos retirarnos.
