CAPÍTULO 11: CAMBIANDO LAS TORNAS

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- ¿Me has echado de menos...? –


La mano intrusa presionaba sus labios con tanta fuerza que no conseguía respirar bien.


- Qué fácil ha sido engañarte. Muy, muy fácil. –


Aquella voz masculina tan familiar le caló cada uno de sus huesos.No era Heidi. No había ninguna Heidi allí.Sus mensajes... no había sido ella.Cuando le había dicho <<osito>>, a quien le mandó algo tan privado como una foto con su pijama favorito, esos halagos y palabras de cariño...No fue ella.Jamás lo fue.Todo había sido mentira todo ese tiempo.Había sido una trampa. Muy peligrosa. Y él, había caído en ella.

Sintió cómo Clyde lo arrastró hacia más adentro del bosque, mientras poco a poco, el lago se hacía cada vez más lejano. Fue tal la sorpresa que no pudo reaccionar hasta largos minutos después que habían parecido años luz. No sabía qué pasaba por aquella mirada aguzada de quien ahora lo llevaba a la fuerza hacia el corazón de unos árboles desconocidos, pero su cuerpo pudo empezar a reaccionar en forma de temblores violentos. Sin pensárselo, clavó los dedos en aquella mano opresora que le estaba quitando el aire, con tanta fuerza que sintió cómo sus uñas se hundían en la piel de él. Imágenes perturbadoras comenzaron a bombardear su mente: lo iba a golpear, lo iba a matar... hasta vio a Clyde echando bolsas a un río que no había en la vida real, con su cuerpo dentro de cada una.

- ¡Joder! – Su acosador siseó del dolor que sus uñas le habían provocado, pero eso no le detuvo. Ahora lo arrastraba con más fuerza que antes, presa del enojo que le había causado que intentara defenderse.

Empezó a patalear para dificultar su cometido lleno de oscuras intenciones. Era Clyde, cien por cien que no tramaba nada bueno: lo había ridiculizado, humillado, perseguido, insultado... y aquella frase que soltó cuando él permanecía escondido en un asqueroso contenedor, aún retumbaba en su cabeza.

<<Has escogido el lugar perfecto para lo que quiero hacerte...>>

- ¿Sabes? – Gruñía entre dientes el culpable de sus pesadillas – He escogido el lugar perfecto para lo que quiero hacerte –


Su corazón dio un vuelco cuando escuchó aquellas palabras otra vez. El miedo había envuelto su cuerpo y ahora la desesperación estallaba en forma de patadas al aire, movimientos bruscos por deshacerse de aquel agarre y gritos ahogados por esa mano a la que, en un intento de quitársela de encima, lamió e intentó morder con enervada exasperación.Pero era más fuerte.

- ¡Joder, qué asco! –

Lo único que consiguió, fue que Clyde se cabreara aún más y presionara su mano contra su boca.

- ¡¡Estate quieto de una vez!! –

En ese momento, sintió cómo su cuerpo era lanzado hacia delante, cayendo estrepitosamente a un suelo que le llenó la ropa de tierra y clavó sus piedras en su blanquecina piel. La arena y el polvo subían en el aire después del violento impacto.

- ... - Con los ojos cerrados por el dolor procuró levantarse, colocando las manos en la arena húmeda por la nieve que dormía alrededor; sin embargo, no pudo hacer más que arañar la superficie por la que consiguió arrastrarse unos centímetros, antes de que el zapato de Clyde le comenzara a presionar el cuello.

- ¿A dónde crees que vas? – Con los brazos cruzados, mirándole desde arriba, pisaba el cuello de Cartman sin dejarle respirar, sin ningún tipo de preocupación – Puta escoria inmunda... -

- Habla... por ti... - Le respondió entre dientes, buscando un solo respiro que le permitiese seguir viviendo. Las lágrimas empezaban a asomarse por la falta de aliento.

- ¿Vas a llorar? – El altanero Clyde rio, sin quitarle la vista de encima – Estás últimamente muy contestón, ¿sabes? Tendré que darte tu merecido castigo. –

- ¡Castiga a tu perra madre! – Exclamó, tomando el pie que le estaba aplastando la tráquea.

**~Cuando Llores por Mí~**Donde viven las historias. Descúbrelo ahora