012. Cuidado con Ginny Weasley.

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—¡¿Como se te ocurre poner tu maldito nombre en el maldito cáliz, maldito imbécil?!

Draco lo estrelló contra la pared más cercana mientras Harry parecía haber perdido todo el color de su piel. Giovanna miró a Draco.

—Espera, con calma —murmuró la rubia, quitando los brazos de Draco del cuerpo de Harry, quien le agradeció silenciosamente hasta que la rubia lo estrelló nuevamente contra la pared—. ¡No tienes una idea de lo que hiciste, Potter!

—¡Pero yo no lo he puesto! —se defendió Harry, casi ahogado por la presión de las manos de Giovanna en su pecho. La rubia pareció querer volver a gritarle hasta que se detuvo con una expresión de dolor como si se hubiera mordido la lengua.

—¿No?

—No.

—Ah —susurró Giovanna, soltando la ropa de Harry—. ¿Y por qué...?

—No sé.

—Ah.

Giovanna miró a Draco, y la pizca de miedo que recorría su mirada. Decidió qué tal vez era momento de dejar que sus dos amigos tuvieran una plática, así que se retiró lentamente del aula vacía en la que estaban y los dejó darse explicaciones el uno al otro.

Giovanna observó a Hermione caminar a paso furioso hacia el aula y sintió una pizca de ira cuando la muchacha solo la ignoró y se dirigió directamente a la puerta cuando el firme agarre en su brazo la hizo detenerse. Hermione finalmente la miró.

—Suéltame —ordenó de forma demandante. Giovanna arqueó una ceja y la estiró lejos de la puerta—. ¿Que te pasa, Ferrario?

—Shh —susurró Giovanna, con una de sus manos ahora tapando la boca de Hermione mientras con la otra mano apretaba el antebrazo de la castaña, impidiendo que se moviera—. Harry y Draco están ahí dentro hablando. No puedes interrumpir, es un momento crucial para el canon.

Hermione enfocó sus desconfiados ojos en ella, pero pese a ello lo comprendió la situación y relajó un poco su postura y haciendo que Giovanna pueda sacar su mano de su boca.

—¿Por que los dejaste solos? —preguntó Hermione suavemente, casi como un susurro mientras observaba la mano de la italiana aún aprisionando su antebrazo.

—Porque necesitan hablar y aclarar las cosas —contestó con simpleza la italiana, también suavemente—. Se deben explicaciones.

Hermione intentó moverse hacia la puerta, pero la rubia la retuvo de un solo movimiento, aprisionando la ahora con su cuerpo contra la pared del pasillo que solo era iluminado por una luz tenue. Algo diferente en los intensos ojos de la rubia llamó la atención de Granger. Su mirada se veía menos hostil y más suave y vulnerable.

—¿Y tú qué haces aquí? —preguntó Hermione, tratando de mantenerse firme, pero el leve temblor de su voz provocó una sutil sonrisa en la rubia, que ladeó la cabeza con curiosidad.

—Quería asegurarme de que Draco no matara a Harry. Estaba tan enojado que se puso rojo de pies a cabeza —contestó, bajando la mirada a los labios de Hermione y luego volvió a enfocar a sus ojos, diciendo mucho más suavemente—: y también quería hablar contigo. Sabía que vendrías a buscarlo.

Hermione frunció el ceño.

—¿Hablar sobre que?

—No entendí que fue lo que cambió —le dijo directamente Giovanna—. Me irrita tanto que de la nada me trates como se te antoje. ¿Te aburriste o que?

—¿Aburrirme? —Hermione alzó ambas cejas, soltándose bruscamente del agarre de la rubia—. ¡Tú fuiste quien me insultó!

—¿Como dices? —se sorprendió Giovanna.

END GAME  (H. Granger)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora