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Lionel tenía frío.

Su ropa estaba empapada por el sudor de hace unas horas, siendo su única fuente de calor un ligero bisht¹ que, lejos de ayudar, se volvía incómodo al pegarse a su piel. Además, ese "feo" trofeo comenzaba a pasarle factura en su espalda por el esfuerzo de cargarlo tanto tiempo.

A sus ojos, estaba caminando a lo idiota, sin rumbo ni sentido; Como un loco atrapado en una habitación blanca del hospital psiquiátrico, iluminada de esquina a esquina. No había un camino delante ni detrás, solo ese vacío blanco que lo envolvía. Pero, aun así, seguía avanzando, buscando algo que aún no encontraba.

"Cuando hundido estas
tan abajo estas
y no ves salida del lugar
bom, bom, bom"

Se detuvo a sobar su cien, maldiciendo a Kun por dejar la televisión encendida toda la maldita noche, no solo estaba cantando en el partido más importante de su vida, si no que ahora, cuando más necesitaba estar concentrado en su alrededor, repetía esa melodía una y otra vez. Ya se las cobrara más adelante.

"Cuando hundido estas
tan abajo estas
y no ves salida del lugar
bom, bom, bom"

Lo peor es que no pasaba de la primera estrofa. Lionel intentó sacudir la cabeza, tratando de desterrar la canción de su mente y enfocarse en buscar. Buscar algún sonidos a su alrededor, alguna imagen, lo que sea que haga que su lobo se sintiera tranquilo.

"Cuando hundido estas
tan abajo estas
y no ves salida del lugar
bom, bom, bom"

¿Acaso la película es Buena? ¿Fue nominada algún Oscar o Grammy para que se le quedara atorada en la puta cabeza? No tuvo más remedio que sentarse y descansar. Su cuerpo parecía relajado, su yo, su hombre estaba en calma, mostrando la expresión de un capitán que acababa de cumplir su misión. Pero su ello, su lobo, estaba inquieto; podría jurar que en cualquier momento se escaparía de su pecho y saldría corriendo como un perro extraviado.

Fue hasta que una risa rompió el silencio. Era una risa ligera, casi burlona, que resonaba con una mezcla de ironía y calidez. Su lobo se emocionó de inmediato, tensando sus músculos como un resorte a punto de soltarse. El sonido parecía venir de todas partes, envolviendo la habitación y llenando el espacio con una energía electrizante.

Su Alfa, que ya estaba en la superficie, se agitó aún más cuando un olor familiar invadió sus fosas nasales: un aroma dulce y especiado, como canela recién molida, mezclada con un toque picoso, provocando que estornudara un par de veces. Era un olor que le traía recuerdos de algo perdido, algo añorado; Lionel se lipio la nariz antes de volver a olfatar el aire con ansias, listo para seguirlo  hasta el final, sin importar a dónde lo llevara.

Lionel camino lo que parecía ser una eternidad, pero no se sentía cansado, al contrario, cada paso lo llenaba de una energía renovada, como si su cuerpo respondiera al llamado de esa risa y ese aroma misterioso. 

Hasta que de pronto, freno en seco. Pues, un hombre gigantesco emergió del horizonte, y todo lo demás dejó de existir.

"Cuando hundido estas
tan abajo estas
y no ves salida del lugar
bom, bom, bom"

¿Acaso estaba tarareando esa estúpida canción?, no le importaba. El hombre podría haber estado repitiendo los diálogos de aquella película al derecho y al revés, y Lionel habría quedado igualmente embelesado. Lo miraba como si cantara una majestuosa aria de ópera, incapaz de apartar la vista. Aquel gigante, con su presencia abrumadora, lo envolvía completamente, como si la melodía y la figura se hubieran fusionado en un solo ser, atrayéndolo irremediablemente hacia él.

Un estornudo de Lionel hizo que el gigante detuviera su tarareo, girando lentamente hasta quedar frente a frente con él. Sus rizos castaños se movieron al compás de su cuerpo, y sus ojos castaños penetraron hasta lo más profundo de su alma. Lionel quería disculparse por la interrupción, pero las palabras no salían de su boca y, a decir verdad, no quería estropear el momento.

Perfecto [Mechoa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora