El martes era el único día de la semana que tenía la tarde libre, así que me preparé para ir a pedir disculpas.
Estaba tan nervioso que no sabía por dónde empezar. No es que no tuviera experiencia en eso. Para un tipo como yo, que desaparecía algunas tardes y no volvía hasta la madrugada, era una tarea ejercitada.
Llegué a casa de Sehun y dudé antes de llamar a la puerta. ¿Y si me abría Hanni, su mujer? ¿Qué le diría? Me recriminé por idiota. Simplemente le pediría que lo avisara y, a él, que saliera unos minutos al porche para hablar.
Con ese tiempo tendría suficiente... unos minutos. Siempre que Sehun fuera comprensivo y aceptara las excusas que tenía que darle.
Al fin llamé a la puerta. Sin darme cuenta había encajado las manos en los bolsillos y movía rítmicamente una pierna. No tuve que esperar. Al momento el flamante padre de mi alumno estaba allí, sosteniendo el pomo con la mano.
Los dos nos quedamos mirándonos, sin decir una palabra. Yo tragué saliva. Sehun estaba jodidamente guapo, con una camiseta de tirantas y un largo pantalón de deporte gris, ancho y desgastado. Intenté quitarme la lujuria de la cabeza. Estaba allí para algo muy serio. Muy delicado.
Además, él me miraba con la frente fruncida, parecía realmente incómodo, y seguía sin decir nada.
Para colmo Hanni apareció a su lado.
―¡Hola! ―exclamó al verme―. Qué bien que hayas llegado. Sehun está de un humor de perros. A ver si lo calmas. Pasa, por favor.
Comprendí que no le había dicho nada a su esposa, lo que podría significar que no le había contado nada a nadie. Solté el aire contenido en mis pulmones. Quizá aquella jodida situación aún tenía arreglo y podría salir de allí con las cosas resueltas y la firme intención de no verlo nunca más.
Sehun aún se resistió a apartarse, pero su esposa hubiera sospechado. Al fin se retiró a un lado y yo entré en su casa.
―Chicos, os dejo ―dijo Hanni tras intercambiar algunas frases sobre el tiempo, la escuela y el vecindario, en las que Sehun no participó―. Tengo que terminar un maldito proyecto de decoración mientras Mark sigue en el colegio.
Nos dejó a solas y se dirigió a la planta de arriba.
Ambos continuábamos enfrentados, sin decir una sola palabra. Yo, nervioso y avergonzado. Él, molesto y visiblemente incómodo.
―Vengo a hacer las paces y a pedirte disculpas.
Sehun miró hacia la escalera por donde acababa de desaparecer su esposa.
―Aquí no. Puede oírnos. Ven a la sala de recreo.
Ni una sonrisa, ni una mirada comprensiva ni un gesto de empatía. Iba a ser más complicado de lo que esperaba.
Sin esperar a que yo asintiera, se dio la vuelta y fue hasta la puerta del sótano. Lo seguí, sintiéndome fatal. Pero había metido la pata y tenía que pagar las consecuencias.
Aquel sótano era igual que el nuestro. Una larga escalera en dos tramos y un espacio diáfano que ocupaba la mitad de la casa. La diferencia era que nosotros teníamos allí el cuarto de juego de las niñas, y ellos una zona de esparcimiento para la familia.
―Verás ―intenté continuar con mi disculpa cuando llegamos abajo. Él había tenido cuidado de cerrar la puerta para que no nos oyeran―. No sé por dónde empezar.
Sabía que mi rostro estaba colapsado por el rubor y que estaría mirándolo con ojos de cordero degollado, pero en verdad era así como me sentía, como un animal en el matadero, a expensas de la decisión del matarife.
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𝐋𝐔𝐉𝐔𝐑𝐈𝐀 #2 ↬ ˢᵉᴴᵒ
RomanceA JunMyeon se le seca la boca cuando el padre de uno de sus alumnos, Sehun, viene a la escuela a presentarse. No solo es el tipo más atractivo que ha conocido, sino que es tan sexi que se pone duro solo de escucharlo. Además, Sehun está tan casado c...