Me sudaban las manos.
Metí un dedo por el cuello de la camisa, donde me aprisionaba la corbata. El pulso me palpitaba sin parar, pero no me importó. Sabía lo que tenía que hacer e iba a por ello.
Accedí al jardín de Jeno y Eunbi por la puerta principal. Se estaba llevando a cabo una fiesta para conmemorar el final del verano. Todo un clásico en nuestra urbanización donde estaba invitado todo el mundo, menos Irene y yo. Una barbacoa no, por supuesto. Eunbi jamás lo habría permitido.
Uno de mis vecinos me saludó, y yo correspondí tendiéndole la mano, pero no me detuve. Era ahora o nunca, y me había costado toda una vida reunir las fuerzas necesarias para llegar hasta allí.
Había mucha gente. Tanta que era difícil avanzar. Esquivé a un camarero que insistía en que tomara una copa de vino. Pude escaparme de un grupo de padres que intentaban explicarme qué cambios debíamos emprender en la escuela para el próximo curso. Incluso pude apartarme de Eunbi, que se acercó hasta mí para decirme con voz crispada que no debía de estar allí. Que no estaba invitado.
Localicé a Sehun en medio del jardín, charlando con Jeno y un par de vecinos. Los canapés estaban a punto de salir, por lo que la gente, hambrienta, se arremolinaba precisamente en aquella zona.
Me detuve un momento.
Necesitaba respirar.
Sehun aún no se había dado cuenta de mi presencia. Estaba arrebatador, con tejanos, camisa blanca y una americana azul que ya conocía. Sin corbata, el único de todo el vecindario que se había atrevido a contradecir la rigurosa etiqueta de Eunbi.
La madre de un alumno vino hacia mí. Me abrazó y me preguntó por las matriculaciones del próximo curso. Yo la miré sin verla, y le dije que hablaríamos en otro momento. Un tanto contrariada, porque el amable y atractivo profesor de su hijo no estuviera disponible para ella, se alejó murmurando.
Había llegado el momento y fui hasta donde estaba Sehun.
Él hablaba en ese instante con uno de los vecinos, aunque parecía aburrido, solo intentando ser cortés. Se retiró el pelo de la cara y entonces me vio.
Con aliento contenido observé cómo detenía el movimiento de sus dedos en el cabello apenas un momento, cómo sus labios se abrían sin decir nada, y supe lo que tenía que hacer.
También me vio Jeno.
Quizá le asustó mi determinación, porque abandonó a sus amigos y vino hacia mí.
―JunMyeon ―su rostro estaba congestionado. Aquello escapaba completamente del cuidado control que él y su esposa tenían sobre todos nosotros―, no has sido invitado. No deberías estar aquí.
Había sido Irene, esa mañana, quien me había contado que a las reuniones a las que era invitado Sehun, ella y yo estábamos proscritos. Una vez cada uno, esa era la norma. Pero esta vez, a pesar de la arrolladora insistencia de Jeno, simplemente sonreí.
―Solo será un momento. Termino lo que he venido a hacer y me largo.
―No se te ocurra acercarte a él ―me dijo en voz baja y amenazante―. Te lo advierto.
Le palmeé la espalda, y lo dejé allí, para seguir avanzando hasta Sehun.
Cuando llegué a su lado él no había dejado de mirarme.
Me analizaba, preguntándose qué diablos me pasaba. Por qué estaba allí, y por qué no apartaba ni un segundo mis ojos de los suyos.
―Hola ―fue todo lo que me dijo.
Pero yo lo acallé, porque lo tomé por la cintura y le besé en la boca.
Al principio ni siquiera se movió.
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𝐋𝐔𝐉𝐔𝐑𝐈𝐀 #2 ↬ ˢᵉᴴᵒ
RomanceA JunMyeon se le seca la boca cuando el padre de uno de sus alumnos, Sehun, viene a la escuela a presentarse. No solo es el tipo más atractivo que ha conocido, sino que es tan sexi que se pone duro solo de escucharlo. Además, Sehun está tan casado c...