Parte IV

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Un día, Esteban, Sabrina y Ana salieron a la calle para ir al parque. Ana estaba emocionada de ir a jugar en el parque, pero de repente, un grupo de jóvenes se acercó a ellos. Los jóvenes empezaron a burlarse de Ana, llamándola "rara" y "extraña". Ana se asustó y se agarró a la pierna de Esteban.

Esteban y Sabrina se enfadaron con los jóvenes y les pidieron que se detuvieran. "¿Por qué se burlan de ella?", preguntó Esteban. "¿Qué le han hecho?"

Los jóvenes se rieron y se fueron, pero Ana estaba visiblemente afectada. Se había asustado mucho y no quería seguir adelante con el paseo.

Sabrina se agachó y abrazó a Ana. "No te preocupes, Ana", dijo. "No te vamos a dejar sola. Estamos aquí para protegerte".

Esteban también se agachó y habló con Ana. "Sí, Ana, no te preocupes. No vamos a dejar que nadie te haga daño".

Ana se calmó un poco, pero todavía estaba asustada. Esteban y Sabrina decidieron llevarla de vuelta a casa, donde se sentiría más segura.

En el camino de regreso, Esteban y Sabrina se miraron y se preguntaron qué había pasado. ¿Por qué se habían burlado de Ana? ¿Qué había hecho para merecer eso?

Cuando llegaron a casa, Ana se fue directo a su habitación y se acostó en la cama. Esteban y Sabrina se sentaron en el sofá y hablaron sobre lo que había pasado.

"Tenemos que hacer algo para protegerla", dijo Esteban.

"Sí", dijo Sabrina. "No podemos dejar que la gente se burle de ella así. Tenemos que encontrar una manera de hacer que se sienta segura".

Con el tiempo, Ana se fue encariñando cada vez más con Esteban y Sabrina. Los consideraba su familia y se sentía segura y protegida con ellos.

Un día, mientras Esteban estaba sentado en el sofá, Ana se acercó a él y le dio un abrazo fuerte. "Te quiero mucho, manito", le dijo con una sonrisa.

Esteban se conmovió al escuchar esas palabras. Nadie lo había llamado "manito" con tanto cariño antes. Se sintió feliz de haber podido ganarse el amor y la confianza de Ana.

Sabrina, que estaba sentada al lado de ellos, sonrió al ver la escena. "Es increíble cómo se ha encariñado con nosotros", dijo.

Esteban asintió. "Sí, es como si fuera nuestra hija".

Ana, que había estado escuchando la conversación, se acercó a Sabrina y la abrazó también. "Y te quiero mucho, Sabrina", le dijo.

Sabrina se rió y la abrazó fuerte. "Y yo te quiero mucho, Ana".

En ese momento, los tres se abrazaron y se sintieron como una verdadera familia. Esteban y Sabrina sabían que habían tomado la decisión correcta al acoger a Ana en su hogar.

Y Ana, por su parte, sabía que había encontrado a las personas que la amarían y la cuidarían por siempre.

AnaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora