Parte X

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Llegó el día de la despedida. Sabrina llegó muy temprano a la casa de Esteban y ambos prepararon una mochila con las cosas de Ana mientras dormía. Cuando Ana se despertó, vio la mochila y preguntó: "A dónde vamos, Manito?"

Esteban trató de sonreír, pero sus ojos se llenaron de lágrimas. "A un lugar donde serás muy feliz", le respondió.

Pocos minutos después, tocaron la puerta. Eran los padres de Ana, listos para irse con ella. Cuando Ana los vio, se quedó impactada, pero los abrazó de todos modos.

Sin embargo, cuando ellos le dijeron que se iría con ellos, Ana preguntó: "Y mi Manito?"

Los padres de Ana se miraron tristemente y le explicaron que su Manito ya no podría seguir cuidándola y que ahora debía volver con ellos.

Ana se aferró a las piernas de Esteban y lloró mucho. "No quiero irme", gritó. "Quiero quedarme con mi Manito".

Esteban se agachó y la abrazó fuerte, tratando de consolarla. "Lo siento, Ana", le dijo. "Pero debes irte con tus padres. Ellos te aman y te cuidarán".

Ana seguía llorando y aferrándose a Esteban. Sabrina también lloraba, viendo la escena. Los padres de Ana trataron de calmar a Ana, pero ella no quería soltar a Esteban.

Finalmente, después de varios minutos de llanto y abrazos, Ana se despidió de Esteban y Sabrina y se fue con sus padres. Esteban y Sabrina se quedaron en la casa, llorando y abrazándose, sabiendo que ya no verían a Ana todos los días.

Ana gritaba "Manito" desde la ventana del auto, mientras se alejaba de la casa de Esteban. Esteban y Sabrina se quedaron en la puerta, viendo cómo se iba la niña que habían cuidado durante tanto tiempo.

Esteban y Sabrina se miraron el uno al otro, con lágrimas en los ojos. Sabrina se abrazó a Esteban, llorando. "Ya se fue", susurró.

Esteban asintió, también llorando. "Sí, ya se fue".

La voz de Ana se fue debilitando a medida que el auto se alejaba. "Manito... Manito..."

Finalmente, el auto desapareció de la vista de ambos. Esteban y Sabrina se quedaron en silencio, rodeados de un vacío que antes ocupaba Ana.

Después de un rato, Esteban habló. "Creo que debemos entrar", dijo. "Ya no hay nada que hacer aquí".

Sabrina asintió y entraron en la casa, cerrando la puerta detrás de ellos. La casa parecía vacía y silenciosa sin Ana.

Esteban y Sabrina se sentaron en el sofá, abrazándose y llorando. Sabían que Ana estaba en buenas manos, pero les dolía no tenerla cerca.

Después de un rato, Esteban habló. "Creo que debemos seguir adelante", dijo. "Ana está en un lugar donde será feliz".

Sabrina asintió, sonriendo débilmente. "Sí, tienes razón. Debemos seguir adelante".

Y así, Esteban y Sabrina comenzaron un nuevo capítulo en sus vidas, sin Ana, pero con el recuerdo de los momentos felices que compartieron con ella.

AnaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora