Parte VII

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Pero un día ocurre un giro inesperado, Esteban estaba en su casa con Sabrina, Ana estaba dormida en el sótano, habían tenido un día muy feliz, pero sin embargo, 2 personas tocan la puerta.

Esteban abrió la puerta, esperando ver a un amigo o vecino, pero se sorprendió al ver a una señora y un señor que no conocía. Se presentaron como los verdaderos padres de Ana, y Esteban se sintió como si hubiera recibido un golpe en el estómago.

"¿Qué... qué pasa?", tartamudeó Esteban.

La señora se acercó a él, con lágrimas en los ojos. "Somos los padres de Ana. Hemos estado buscándola por todas partes. ¿Dónde está?"

Esteban se sintió confundido y asustado. No sabía qué hacer. Miró a Sabrina, que estaba detrás de él, y vio que también estaba conmocionada.

"Está... está durmiendo en el sótano", dijo Esteban finalmente.

El señor se dirigió hacia el sótano, seguido de la señora. Esteban y Sabrina los siguieron, sin saber qué esperar.

Cuando llegaron al sótano, Ana estaba durmiendo pacíficamente en su cama. La señora se acercó a ella y la abrazó fuerte, llorando de emoción.

"Mi hija", susurró. "Mi hija".

El señor se acercó a Esteban y Sabrina, con una expresión de gratitud. "Gracias por cuidar de nuestra hija", dijo. "No sabemos cómo agradecerles".

Esteban y Sabrina se miraron, sin saber qué decir. Habían cuidado de Ana durante tanto tiempo, y ahora resultaba que no era suya. Se sentían confundidos, tristes y con una sensación de pérdida. ¿Qué pasaría ahora?

Sabrina, con una expresión de escepticismo, cuestionó rápidamente a la pareja. "¿Cómo sabemos que realmente son sus padres?", preguntó.

La señora sacó una carpeta con documentos y los mostró a Sabrina. "Tenemos su certificado de nacimiento, registros médicos y fotos de cuando era bebé", explicó.

Pero eso no calmando a Sabrina. "¿Y qué pasó con ella?", preguntó, cruzando los brazos. "¿Por qué estaba abandonada en el bosque en ese estado?"

El señor suspiró y se sentó en una silla. "Ana siempre ha tenido problemas mentales", explicó. "Y un día, cuando la llevamos a pasear a ese bosque, vio una mariposa que le llamó la atención demasiado. Empezó a seguirla y... se fue".

"¿Se fue?", repitió Sabrina, incrédula.

La señora asintió. "Sí. Corría muy rápido y no pudimos alcanzarla. Pasamos horas buscándola, pero jamás la encontramos. Estuvimos desesperados, pero... no sabíamos qué hacer".

Sabrina miró a Esteban, que estaba igualmente conmocionado. "¿Y por qué no denunciaron su desaparición?", preguntó.

El señor se cubrió la cara con las manos. "Teníamos miedo. Miedo de que la gente supiera sobre los problemas de Ana. Miedo de que la juzgaran. Así que... no dijimos nada".

La habitación se quedó en silencio, con solo el sonido de la respiración de los presentes. Sabrina y Esteban se miraron, sin saber qué hacer. ¿Debían creer a esta pareja? ¿Debían entregar a Ana?

AnaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora