Cap 17. Verdades Rotas

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El silencio entre ellos era pesado, pero no duró mucho. Seungmin, incapaz de contener su enojo, se giró bruscamente hacia Bangchan.

—¿Por qué sigues defendiéndola? —demandó, sus ojos ardiendo con una mezcla de dolor y furia—. Wonyoung no solo te está manipulando ahora, ella nos ha hecho daño a todos desde el principio. Y tú sigues actuando como si protegerla fuera más importante que cualquiera de nosotros.

Bangchan se sintió como si una daga lo atravesara, pero también sintió la rabia burbujear dentro de él.

—¡No estoy defendiéndola, Seungmin! —gritó, el dolor reflejado en su voz—. La dejé porque me di cuenta de lo tóxica que era. Pero ahora tiene algo con lo que puede arruinar nuestras vidas. No puedes entenderlo porque no sabes todo lo que pasó entre nosotros. Estoy tratando de protegerte, protegerlos a todos. No es por ella.

Seungmin soltó una risa amarga, sin molestarse en ocultar su desprecio.

—¿Protegernos? —replicó, su tono goteando sarcasmo—. ¿De verdad piensas que alguien va a creerte después de todas las mentiras que has contado? Lo único que haces es mentir y enredarnos a todos en tus problemas. ¡Nos has arrastrado a este desastre, Chan!

Bangchan sintió cómo las palabras de Seungmin lo atravesaban, pero también lo enfurecían. Estaba harto de que Seungmin no entendiera lo que realmente estaba en juego.

—No es tan simple como lo quieres ver —insistió Bangchan, tratando de mantener la calma—. No tienes idea de todo lo que he tenido que hacer para mantenernos a salvo. Todo lo que he hecho, ha sido para protegerlos.

Seungmin se cruzó de brazos, sus ojos fríos y sin compasión.

—Ah, claro. El gran héroe Bangchan, que no necesita ayuda de nadie, pero que al final del día siempre acaba mintiéndonos y arruinándolo todo. ¿Cuántas veces has dicho que estás tratando de protegernos? Porque cada vez que lo haces, lo único que veo es que te hundes más en tus propias mentiras.

Bangchan apretó los dientes, sintiéndose más vulnerable que nunca. No esperaba que Seungmin, quien antes era un niño gracioso e interezante, se convirtiera en alguien tan cruel y despiadado xon sus palabras.

Minho, viendo que la situación estaba a punto de descontrolarse, intervino.

—Esto no se va a resolver aquí, en medio de la calle —dijo con firmeza—. Vamos a mi casa, y todos vamos a poner las cartas sobre la mesa. No más mentiras, no más secretos. Es la única forma en que podremos salir de esto.

Los demás asintieron, conscientes de que seguir discutiendo no los llevaría a ninguna parte. Subieron al auto de Minho en silencio, el ambiente cargado de tensión.

Cuando llegaron a la casa de Minho, se instalaron en la sala de estar, todos menos Jeongin, quien se quedó cerca de la puerta, sintiéndose incómodo y fuera de lugar. Minho, decidido a acabar con los secretos de una vez por todas, fue el primero en hablar.

—Sabemos lo de la droga, Bangchan —dijo Minho directamente, sin rodeos—. Seungmin y yo lo descubrimos hace un tiempo. No entendíamos por qué estabas metido en algo así, pero ahora todo empieza a tener sentido.

Bangchan se quedó helado, sintiendo que el suelo se desmoronaba bajo sus pies. Nunca pensó que sus amigos descubrirían ese secreto, y menos que lo enfrentarían con él de esa manera.

—No… no es lo que piensan —murmuró, sintiéndose más vulnerable que nunca—. No las consumía. Las… las vendía.

Los demás en la sala lo miraron con incredulidad. Todos sabían que Bangchan no venía de un entorno pobre. Al contrario, su familia siempre había sido acomodada. Además, como niñero de Seungmin, recibía un buen dinero de los hermanos mayores de Seungmin por cuidar de él mientras ellos estaban de viaje. Nada cuadraba con la idea de que necesitara más dinero, y mucho menos de una manera tan peligrosa.

—¿Las vendías? —repitió Seungmin, con una mezcla de horror y desprecio—. ¿Por qué harías algo así? No tiene sentido, Chan. Sabemos que no necesitas el dinero, entonces, ¿para qué?

Bangchan apretó los dientes, incapaz de decirles la verdad. Sabía que si confesaba el verdadero motivo, todo podría desmoronarse aún más rápido.

—No puedo decírselo… No todavía —dijo finalmente, con voz quebrada—. Solo… solo sé que lo hice porque no veía otra salida. Todo se estaba desmoronando, y esta era la única forma que encontré para intentar solucionarlo. No quería involucrarlos.

Minho frunció el ceño, desconcertado.

—Entonces, Wonyoung no sabía nada de esto, ¿verdad? —preguntó Minho, intentando conectar las piezas del rompecabezas.

Bangchan negó con la cabeza.

—No, ella no tiene idea de esto. Wonyoung no está involucrada en nada de la droga. No sé cómo, pero simplemente tiene...una foto  comprometedora y decidió usarlo en mi contra. Esto es completamente independiente de ella.

Seungmin sintió una punzada en el pecho al escuchar a Bangchan tan derrotado, pero la compasión que alguna vez había sentido por él se había convertido en una mezcla de resentimiento y desprecio.

—Deberías haber sido honesto desde el principio, Chan —dijo Seungmin, su voz fría y dura—. Pero, ¿sabes qué? Ni siquiera quiero ayudar en esto. Porque está claro que todo lo que haces es seguir mintiendo y arrastrándonos a todos contigo. Tal vez es hora de que enfrentes las consecuencias por tu cuenta.

Antes de que Bangchan pudiera responder, la tensión en la habitación se disparó de nuevo. Seungmin, llevado por sus emociones, se levantó de golpe, enfrentándose a Bangchan.

—¡Estoy harto Christopher Bang! —exclamó—. Siempre piensas que puedes cargar con todo tu solo, pero no puedes, no intentes defendernos cuando nisiquiera puedes hacerlo contigo mismo. Nos has mentido una y otra vez, y ni siquiera eres capaz de admitirlo.

Bangchan, sintiéndose acorralado y consumido por la culpa, también se levantó.

—¡Y tú crees que es tan fácil! —gritó, su voz quebrada—. No sabes lo difícil que ha sido, Seungmin. No sabes lo que he tenido que hacer para mantenernos a salvo. ¡Todo esto lo hice por ustedes!

Seungmin, enfurecido, avanzó hacia Bangchan. En medio de la confrontación, se produjo un forcejeo, y en un descuido, Bangchan empujó a Seungmin. El golpe fue lo suficientemente fuerte como para que Seungmin tropezara y cayera al suelo. En el proceso, el amuleto que siempre llevaba colgando del cuello, un pequeño elefante que su abuela le había regalado antes de morir, se rompió y cayó al suelo, partiéndose en dos.

El sonido del amuleto al romperse pareció detener el tiempo. Seungmin miró las piezas rotas con incredulidad, sintiendo cómo algo en su interior se rompía también. Ese amuleto era lo único que siempre lo había conectado con su abuela, o al menos eso pensaba él. Era su manera de sentir que ella seguía con él, protegiéndolo.

—No… —susurró, con los ojos llenos de lágrimas mientras recogía las piezas del suelo.

Bangchan, horrorizado por lo que acababa de hacer, intentó acercarse, pero Seungmin lo detuvo con una mirada de puro dolor.

—Aléjate —dijo Seungmin, con la voz temblorosa—. Solo… aléjate, Bangchan.

Bangchan retrocedió, sintiéndose peor que nunca, mientras Minho y Jisung observaban, sin saber qué hacer.

Jeongin, que había estado observando la escena desde la puerta, no pudo soportar más el ambiente cargado y decidió salir a tomar un poco de aire. Necesitaba despejar su mente de todo lo que estaba ocurriendo.

Al salir al jardín delantero, el aire fresco le golpeó el rostro, dándole una pequeña sensación de alivio. Pero ese alivio duró poco. Apenas había dado unos pasos cuando sintió que una mano fuerte lo agarraba del brazo.

Antes de que pudiera reaccionar, el hombre desconocido que había visto en el colegio lo arrastró hacia la oscuridad. Jeongin intentó gritar, pero el hombre le tapó la boca, impidiéndoselo. En cuestión de segundos, ambos desaparecieron sin dejar rastro.

Dentro de la casa, la discusión continuaba, ajenos a lo que estaba ocurriendo afuera. Pero cuando se dieron cuenta de la ausencia de Jeongin, ya era demasiado tarde.

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En el siguiente cap se rebelara por fin quien es aquel chico misterioso.

Pero por ahora se quedarán con la duda

Mi pequeña pesadillaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora