La tensión en la sala seguía siendo palpable. Minho, que hasta ese momento había intentado mantenerse neutral, observó las piezas rotas del amuleto de Seungmin en el suelo y supo que algo más profundo se había quebrado. Bangchan, por su parte, apenas podía procesar lo que acababa de ocurrir. El remordimiento lo consumía, pero no encontraba las palabras adecuadas para disculparse.
—Seungmin... yo... —intentó decir Bangchan, pero su voz se apagó. Lo que había hecho era irreparable.
Seungmin seguía en el suelo, con las manos temblorosas mientras recogía las piezas de su amuleto. No podía creer lo que había pasado. Las lágrimas rodaban por sus mejillas, pero su rabia era lo que lo mantenía firme.
—Te dije que te alejaras —repitió, esta vez con más firmeza, sus ojos brillando de dolor.
Minho intervino, poniéndose entre los dos.
—Es suficiente, Chan. Ya has causado suficiente daño por hoy. Deja que se calme, y lo hablaremos más tarde —dijo, su tono autoritario pero con una pizca de empatía.
Bangchan, abrumado por el peso de su culpa, asintió en silencio. Dio un paso atrás, bajando la mirada, incapaz de enfrentarse a lo que había hecho. Se giró para salir de la habitación, pero algo lo detuvo.
—¿Dónde está Jeongin? —preguntó Jisung de repente, mirando a su alrededor.
Todos se quedaron inmóviles, dándose cuenta de que Jeongin, quien había estado cerca de la puerta hace unos momentos, ya no estaba.
—Debe haber salido —comentó Minho, frunciendo el ceño—. Lo vi algo incómodo... Voy a buscarlo.
Minho salió al jardín delantero, pero no encontró rastro de su amigo. El aire frío de la noche le golpeó la cara, y una extraña sensación de inquietud lo invadió.
—¡Jeongin! —gritó, esperando una respuesta. Pero el silencio fue lo único que le devolvió la llamada.
Dentro de la casa, el ambiente se tornó aún más tenso. El repentino silencio se sentía como una advertencia de que algo andaba mal.
—¿Qué pasa? —preguntó Seungmin, poniéndose de pie con dificultad, sus ojos hinchados por las lágrimas.
Minho volvió a entrar, con el rostro pálido.
—Jeongin no está afuera… no responde.
El pánico comenzó a apoderarse de ellos. Jisung salió corriendo al jardín, seguido de Seungmin y Bangchan. Pero Jeongin no estaba en ninguna parte.
—No puede haber ido muy lejos —murmuró Jisung, mirando a su alrededor—. Hace solo unos minutos estaba aquí.
Seungmin sintió una punzada de preocupación en su pecho. Jeongin nunca se alejaba sin decir nada, y mucho menos en medio de una situación tan tensa. Algo estaba mal.
—Tenemos que encontrarlo —dijo Seungmin, su voz ahora cargada de urgencia. El enojo que sentía hacia Bangchan quedó momentáneamente olvidado ante la preocupación por su amigo.
—Voy a revisar el parque cercano —dijo Bangchan, sin esperar una respuesta. Salió corriendo, mientras los demás se dividían para buscar en diferentes direcciones.
El corazón de Seungmin latía con fuerza mientras corría por las calles, llamando el nombre de Jeongin. Algo oscuro y frío se había instalado en su pecho, una sensación que no podía sacudir. Jeongin era su amigo, y aunque sus propios problemas con Bangchan lo consumían, ahora lo único que importaba era encontrarlo.
Mientras buscaba por las calles vacías, el eco de sus propios pasos le producía una sensación de inquietud. Seungmin sabía que algo mucho más grande que ellos estaba sucediendo, algo que iba más allá de las mentiras de Bangchan o de los secretos que intentaba ocultar.
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Mi pequeña pesadilla
Random•- Seungmin vive con sus dos hermanos, un día se entera de que se van a ir a las afueras del país dos años por estudios y que para que no se quede solo sus hermanos contrataron a un niñero, el problema empieza cuando Seungmin le comienza a hacer la...