5.

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Una semana ha pasado desde que no duermo en mi apartamento, solo voy por ropa y otras cosas que necesito, pero ya llegó el momento de pedirle a Diana que se busque un lugar para ella. No puede seguir viviendo conmigo. Mis mañanas son demasiado buenas con los peques, pero cuando llega el momento de entregarlos a sus padres, toda esa energía y felicidad se desvanece, aunque no del todo, porque también esta semana he estado cuidando de mi pequeña Ella. Resulta que la niñera ya era una persona un poco mayor y justo el día que tenía que venir a buscarla antes de salir de casa, se resbaló por las escaleras de la entrada de su casa, que solo eran cinco escalones. Afortunadamente, solo tuvo un esguince en el tobillo y un gran hematoma en la espalda que le impide cuidar como es debido a Ella.

-¿Mi niña lista para irnos? -Ya solo quedábamos Ella y yo en el preescolar, pero estaba esperando que Mingyu pasara a buscarnos para que él la cuide mientras yo hablo con Diana.

-Sí, lista -tomé su mochila y ella rápidamente tomó mi mano para salir. Al llegar a la salida, ya nos esperaba Min, a quien me acerqué y saludé con un abrazo, pero en el momento en el que me separé, Ella tenía muy mala cara.

Subimos al auto y en el camino, Min y yo platicamos de cómo va su búsqueda de trabajo y un poco sobre lo que haré en unos minutos. Ella permaneció en silencio durante todo el trayecto, cosa que es sumamente extraña, ya que conmigo siempre está hablando.

-Llegamos -avisó Min, sacándome de mis pensamientos.

-Intentaré que sea rápido para no hacerles esperar mucho.

-Tranquila, cualquier cosa que necesites aquí vamos a estar.

Salí sin muchas ganas, pero Mingyu insistió en que ya era el momento de hacer las cosas bien. Y todo conspiraba para que el momento se retrasara; al llegar a la puerta del edificio, tardé mucho en encontrar las llaves. El elevador tardó más de lo normal en llegar. Cuando finalmente llegué a la puerta de mi apartamento, que ya no veía como mío, abrí lentamente, temiendo lo que podría encontrarme dentro. Ahí estaba sentada sobre el sofá, de lo más tranquila, hasta que se percató de mi presencia y dirigió su mirada hacia mí.

-Creí que tardarías más en aparecer de nuevo -eso era un reproche.

-Quiero hablar contigo sobre la situación que desde hace unos meses...

-¿Por qué no has dormido aquí? -no me dejó continuar, interrumpiendo con esa pregunta que no tenía fundamentos, al menos no viniendo de ella.

-Porque no he tenido ganas de volver a este sitio -solté sin más.

-¿Qué estás diciendo?

-Lo que escuchas: desde hace meses tus acciones cambiaron mucho. Me haces preguntas que como amiga no te corresponden, tratas de controlar mi tiempo, te metes por las noches a mi cuarto y tuve que poner seguro para que dejaras de hacerlo. Es más, tuviste el descaro de meterte desnuda cuando me estaba bañando. Incluso sé que te atrevías a revisar mi celular -dije con dolor por su actuar-. Eso es algo que rebasa los límites de la amistad. Te quiero, te quiero mucho, pero no de la forma que tú piensas o crees. Te respeto, pero no te puedo querer del mismo modo...

-Déjame conquistarte, sé que puedo hacer que te enamores de mí...

-No, Diana, eso nunca va a funcionar...

-Por favor, no te quiero perder.

-Diana, entiende que no me puedes perder. No somos nada y nunca lo seremos. Yo estoy enamorada de alguien más, que se ganó mi corazón desde el primer momento, y es por eso que te quiero pedir que busques un lugar para continuar tu camino -suspiré-. Es hora de poner fin a esto, antes de que sea demasiado tarde para también perder nuestra amistad -se quedó en silencio, tal vez pensando, hasta que volvió a hablar.

La Mamá De Mi Alumna (Jenlisa) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora