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Dos semanas han pasado desde que hablé con Diana sobre que saliera de mi apartamento y que le confesara que me gustaba a Jennie. Y lo único que ha pasado desde eso han sido problemas, solo problemas.

Mi situación con Jennie es buena, más que buena, todo va marchando muy bien. Por las mañanas trata de llegar treinta minutos antes de la entrada de los pequeños, y eso solo para platicar acerca de Ella, de mi mañana, de ella, de su trabajo, de cualquier cosa hasta que comienzan a llegar los demás y se va dejándome una sonrisa de idiota todas las mañanas. Verla durante ese tiempo para mí no es suficiente, hasta que la vuelva a ver en la tarde. En cuanto a Ella, nuestra conexión no hace más que crecer. Somos cómplices de muchas cosas: algunas travesuras a su mamá, en enseñarle a jugar fútbol. Ella lo ama y yo también; es algo que tenemos en común y nos ha unido más, tanto que inclusive llegamos a ver partidos de fútbol sin importar si es varonil o femenil quienes juegan. Con ellas todo es perfecto y quiero mejorar las cosas con Jennie. En estas dos semanas, hemos tenido algunas citas en las que Ella es parte fundamental, y otras en las que solo somos Jennie y yo. Estas últimas son las que un poco más disfruto, porque tanto Jennie como yo podemos tener muestras de cariño sin tener que preocuparnos por Ella, algo que entiendo perfectamente. Jennie no quiere decirle aún nada sobre nosotras, porque la está cuidando. Si esto no funciona, no le afectará a una magnitud más grande como sería dejar de ver a su simple maestra. Ella entendió que, a pesar de que yo no la cuidará todos los días, aún nos estaríamos viendo, y de esta manera Jennie logró que aceptara a la niñera que la cuidaría tres días a la semana.

Dos semanas en las que he tenido tiempo suficiente para preparar una linda cena en la que le pediré a Jennie que sea oficialmente mi novia. Entre nosotras ya no habrá dudas, y solo el tiempo dirá en qué momento Ella puede saber sobre nuestra relación. Tengo todo preparado, y todo se llevará a cabo este viernes después de su jornada laboral.

Pero no todo es felicidad. Del otro lado de la moneda está Diana, el significado de problemas. El fin de semana que le di de plazo para salirse de mi apartamento concluyó, y el lunes por la tarde, en compañía de Min, llegamos realmente esperando que no estuviera, pero fue todo lo contrario: sus cosas ni siquiera estaban en cajas, todo estaba en su lugar. Esperamos alrededor de dos horas, pero Diana nunca llegó. Recogí unas cosas para volver al apartamento de Min, y aunque él dijo que podría quedarme con él hasta que quisiera, no se me hace justo que tenga que cargar conmigo. Él necesita su privacidad y no me ha dicho nada acerca de que me busque otro lugar, pero yo me siento incómoda por invadir su espacio.

La primera semana en la que Diana no mostraba signos de que se iría, decidí hacerlo yo. Hablé con la persona que me rentaba y le informé la situación. Ella comprendió perfectamente que ahora a quien tendría que pedirle la renta era a Diana. Le entregué el juego de llaves que tenía y le di las gracias sacando todas mis cosas. Creí que después de eso, se arreglaría ella sola, pero fue todo lo contrario. Por las mañanas, me iba a buscar al instituto para pedirme pagar la renta, alegando que ella tenía problemas con el estudio. Por la salida también me buscaba para lo mismo y para pedirme que regresara con ella. Su insistencia era mucha, y en dos ocasiones Jennie estuvo presente en donde me rogaba para volver con ella, y gracias a eso tuve que apresurar mi propuesta de pedirle que sea mi novia.

—Vamos, Lisa, no te puedes ir y dejarme sola. —Otro día más en que me viene a buscar, y de verdad no se cansa. —Podemos arreglar lo nuestro… vuelve al apartamento… vuelve conmigo. Sabes que somos la una para la otra. Yo te amo, y tú también… —No me esperaba lo que hizo, y ni tiempo me dio de reaccionar: estampó sus labios con los míos. Es un beso posesivo que intenté alejar lo antes posible, pero se resistía hasta que escuché esa voz.

—Buenos días. —Escuché detrás de mí, lo que me hizo voltear rápidamente, y la mirada que me dio fue de decepción. —Ella, entra a tu salón, ¿sí? —le dijo a la niña, quedando a su altura. —Tengo que decirle algo a tu maestra. —Levantó su mirada encontrándose con la mía. —Hoy yo me haré cargo de recoger a mi hija. —La forma en la que lo dijo me dolió.

La Mamá De Mi Alumna (Jenlisa) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora