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días después●

Ada:

Parecía que las cosas por casa habían mejorado. Mamá ya no lloraba, ahora solo follaba. Sinceramente, no sé que era mejor. El hombre del otro día el cual no recuerdo su nombre se fue y por suerte de mi madre no volvió. Ahora había otro nuevo, Monty-me recuerda a un personaje literario de uno de mis libros favoritos-. Este me caía especialmente mal, suficiente para que mi madre lo trajera más a menudo a casa. Había intentado hablar este tema cientos de veces con ella, pero como siempre solo se preocupaba por si misma.

Hoy me encontraba sentada en el sofá mientras repasaba unas cosas para el examen que tenía dentro de dos días. Mi hermano estaba a mi lado viendo tranquilamente la tele y disfrutando de estas horas de paz, sin mi madre y los treinta chicos que se trae por semana.
Alguien tocó el timbre y me sacó de mis pensamientos. Recé porque no fuera mi madre, necesitaba seguir estudiando, este examen era difícil e importante y con ella aquí no me podría concentrar.
Luego me paré a pensar en qué haría ella en casa tan temprano.

Abrí.

-¡Hola!-Dijo Lamine contento.

-¿Eh...? Ah, mh, hola, hola.-Disimulé lo mejor que pude mis nervios. -¿Qué pasa?

-No contestabas mis mensajes.-Y era cierto, el chico no paraba de insistir con quedar conmigo alguna tarde y yo había pasado olímpicamente de sus mensajes.-Pensaba que te había caído por el fregadero al limpiar.-Dijo sonriente, después cambió su expresión al verme con la ceja levantada.-Es decir, que no tienes que fregar, no quería decir eso, yo... yo no me refería a eso y eh...

Se cortó a si mismo cuando me escuchó reír a carcajadas. Sonrió tímido, supongo que también sorprendido, era la primera vez que me reía con él-más bien ne reía de él y sus nervios-.

-Bueno eso,... me preguntaba si podrías quedar hoy o...-

-Tengo que cuidar de mi hermano, quizá otro día.

-Oh, tu hermano también puede venir, mientras que le gusten las hamburguesas.-Sonrió.

-¿¡Hamburguesas!?-Preguntó mi hermano a mi derecha, se había entrometido en la conversación de una manera poco hábil.

Suspiré.-Vale...

Lamine pareció contento y satisfecho.

Cogí mi bolso y me puse los zapatos mientras Lamine me ayudaba poniéndoselos a mi hermano.

Cada paso que dábamos en la calle, nos hacían trescientas fotos. Teníamos un grupo de chicas siguiendonos "disimuladamente".

No me gustaba esto, no quería que la cara de mi hermano saliera en mil revistas al día siguiente.

-Oye, ¿van a estar así todo el rato?-Pregunté refiriéndome a las chicas de atrás.

-Probablemente.-Se giró para mirarlas y después mirarme a mí.-¿Te incomoda?

-Un poco la verdad.-Me sinceré.-Pero me puedo aguantar, quedará poco para llegar a la hamburg-

-Ten.-Me dio unas llaves.-Llamaré a un amigo para que venga a recogeros y os lleve a La Masía, yo mientras compraré la comida y nos la comeremos en mi habitación. Es la segunda planta, la número 19.-Aclaró él.

-¿Tienes un chófer privado?

-Yo le llamo tener buenos amigos. -Se encogió de hombros.

Bien, acababa de decir que tus amigos no son buenos.

Cinco minutos después vino su amigo a hacer de taxi y llevarnos a mi hermano y a mí a la residencia, La Masía, como le llama Lamine-y todo el mundo normal que vive en Barcelona-y después recoger a Lamine cuando haya comprado la comida.

Fascinaba. Este chico tenía la vida tan fácil. ¿Cómo podía solucionar tan rápido los problemas? Espera, la pregunta está mal formulada, ¿cómo no tenía problemas?
Y es que, eso parecía, su vida parecía sacada de un cuento de hadas, sin preocupaciones más que ir a entrenar por las mañanas y jugar partidos cada findes-realmente si yo tuviera que hacer eso empezaría a quejarme, pero preferiría el agobio por querer ser mejor, al agobio por querer ser alguien-.

Resoplé dándole las gracias al chico tan amable que nos trajo a La Masía. Lamine me dio la llave de su habitación, sin embargo, no me explicó cómo se llegaba a ella. Entré cogiendo de la mano a Ethan. Empecé a caminar por los pasillos, buscando la habitación 345.

-¡Ada!-Gritó una voz conocida detrás mía. Me giré y era el chico que se encontraba la última vez en la habitación de Lamine, ¿Héctor?, si no me equivoco.-¿Qué haces aquí?

-Lamine me ha invitado a comer, nos hemos encontrado a unas fans y me ha dicho que lo espere en su habitación.-Le expliqué.-¿Podrías decirme dónde está su habitación?-Pedí.

-Sí, te acompaño.

Minutos después llegamos, Héctor se quedó hablando conmigo hasta que Lamine llegó con la comida, Héctor se fue tiempo después.

Empezamos a comer en silencio, mi hermano veía la televisión del cuarto de Lamine, en la cual, estaba viendo un partido de fútbol.
Vine antes a la habitación de Lamine, la noche de la fiesta, no me fijé mucho, tiene las paredes blancas, dos camas individuales, en frente de una de ellas, la de Lamine, hay un sofá en el que estamos sentados, una pequeña mesita en la que está puesta la comida, y en la pared de la cama de su compañero de habitación está la televisión, hay una puerta al lado de esta que supongo que será el baño. Por las paredes hay colgadas camisetas de fútbol, cuadros y pósters de futbolistas famosos. Además, en las estanterías hay trofeos y algunas medallas colgadas al lado.

Wow.

Hay demasiado trofeos, ¿todos esos los había ganado él?

-El de la derecha, fue el primero que gané.-Me informó al ver que me quedaba demasiado tiempo mirándolos.-Me lo dieron por ser el MVP, que es el mejor jug-.

-Sé lo que es MVP.

Me miró sorprendido.

¿Este tío se pensaba que vivía bajo una piedra?

-Entiendo de fútbol.-Aseguré al ver que me miraba desconfiado.

-No me quedó muy claro cuando no sabías ni quien era.-Refiriéndose al día de la cafetería.

-Has sonado muy creído.-Reí.

-¿Qué quieres? Soy Lamine Yamal,
la estrella del momento.-Dijo obvio.

-Te lo crees mucho, ¿no?-Pregunté levantando una ceja. Se encogió de hombros.

-Admítelo, soy bueno jugando.

-Si no, no estarías en el Barça.-Coincido con él y asiente.

-No te creas que soy así, cada día busco algo para lo que mejorar, no me creo el mejor, sé que no lo soy.-Dice, por si acaso, yo asiento lentamente mientras sigo comiendo papas.

Estuvimos hablando sobre los estudios y cómo él los compaginaba con el fútbol, también me preguntó por mi madre, no la volvió a ver desde aquel día en el que lloraba y gritaba a mi padre. Que, por cierto, también me ha preguntado por él. No he querido abrirme mucho a él, así que solo dije que mi madre estaba mejor y que mi padre no volvió a aparecer en casa. Parecía que esperaba que dijera algo más, no lo iba a hacer.

-Nosotros nos deberíamos de ir ya.-Me levanté sacudiendo las migas de pan de hamburguesa que habían en mi pantalón vaquero.-Te ayudo a recoger esto.-Empecé a recoger las bolsas de comida.

-¿Quieres que te lleve?-Preguntó.

-¿Ahora tienes carnet?-Sonreí.

-Tengo un taxi privado, puede llevarme a donde quiera, también puede llevarte a ti ahora.-Explica.

-¿Un taxi privado?-Joder.-Pues, si no te importa, por favor.

-Lo llamo.-Aseguró.

En cuanto el taxi estuvo delante de La Masía, me despedí de Lamine con la mano y agradeciéndole por la comida, mi hermano lo abrazó.

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⏰ Última actualización: Oct 25 ⏰

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LA FUERZA DEL AMOR-Lamine YamalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora