Un día a solas

112 10 13
                                    

Ichiro estaba sentado en la barra de un bar, girando lentamente su vaso de whisky entre sus manos. Era tarde, las luces tenues del lugar reflejaban el brillo del licor y la tranquilidad del lugar pero ichiro estaba desconectado de su entorno pero su mente, sin embargo, no dejaba de pensar en lo que iba a hacer con los documentos que esperaba recibir. La puerta del bar se abrió, y un hombre se acercó sin prisa, tomando asiento a su lado.

-Señor Takeda -dijo el hombre en voz baja, dejando un sobre grueso sobre la mesa-. Aquí tiene lo que pidió sobre el señor Kinoshita.

Ichiro tomó el sobre sin decir nada, abriéndolo con calma. Sus ojos recorrieron rápidamente las páginas, absorbiendo la información con una expresión indescifrable.

-Excelente -dijo, con una sonrisa apenas visible-. Ahora sé dónde golpear para que le duela. Me sorprende que hayas conseguido tanto en tan poco tiempo.

-No fue tan difícil encontrar más información sobre él -respondió el hombre-. También adjunté algunas fotografías del señor Kinoshita con la señorita Yaemori.

Ichiro frunció el ceño ligeramente, hojeando las fotos. Su mirada se endureció por un breve momento antes de relajarse de nuevo.

-Aprecio tu diligencia -dijo mientras guardaba los documentos-. Pero ahora debo concentrarme en algo más importante. Tengo que coordinar mi viaje con mi ni niña.

El hombre dudó por un segundo antes de hablar de nuevo.

-Señor, hay algo más... Algunos inversores están interesados en la compañía.

Ichiro arqueó una ceja.

-¿Y por qué te disculpas? -preguntó, intrigado-. Eso suena a una buena noticia.

-El asunto es que quieren invertir en la elaboración de armas.

El rostro de Ichiro se oscureció. Se quedó en silencio por unos instantes.

-No vuelvas a mencionar ese tema -dijo con frialdad-. Ya me quemé una vez con eso. No volveré a cometer el mismo error.

El hombre asintió, comprendiendo la seriedad en su voz.

-Lo entiendo, señor. Bueno, eso era todo. Le deseo un buen viaje con la señorita Alya.

Ichiro miró su vaso, pensativo, antes de asentir y levantarse de la barra. Al salir del bar, el aire frío de la noche lo golpeó, pero su mente estaba enfocada en lo que vendría. El viaje no solo sería un escape para Alya, sería también una oportunidad para ajustar cuentas entre ambos.

Al entrar en su coche, Ichiro dejó escapar un suspiro, su mente volviendo a las palabras que aún no le había dicho a su hija. Mientras el motor del coche arrancaba, miró por la ventana hacia el horizonte oscuro, sabiendo que, los siguientes días serían toda una travesía en Alemania.

En la mañana siguiente vemos que el sol apenas comenzaba a asomarse entre las cortinas de la habitación de Alya. El sonido de su despertador la sacó de un sueño ligero. Se incorporó lentamente, parpadeando para despejar el sueño de sus ojos. La mañana era fresca, y aunque sabía que tendría que pasarla con su padre, trató de no dejar que ese pensamiento le amargara el día.

Se tomó una ducha,se arregló y después de estar lista tomó su maleta y comenzó a prepararse.

Unos golpes suaves en la puerta interrumpieron su silencio.

-Alya, ¿estás lista? -La voz de Ichiro sonaba tranquila desde el otro lado-. El coche nos espera.

-Sí, ya casi -respondió ella con tono neutral.

Ichiro entró en la habitación, sonriendo levemente al verla lista. Llevaba una camisa blanca perfectamente planchada y un abrigo elegante que dejaba claro que, incluso para un viaje, mantenía su impecable estilo.

Recuerdos del pasado (Yaemori X Kazuya)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora