La mañana en la universidad comenzaba con el acostumbrado bullicio. El sol apenas brillaba, filtrándose entre los edificios mientras los estudiantes apresurados caminaban entre los pasillos llenos de vida. Las conversaciones, risas y pasos se entremezclaban en un ritmo frenético. Alya Takeda caminaba en medio de todo ese caos, pero era como si existiera en una burbuja apartada, una figura que destacaba entre el gentío.
Su uniforme universitario estaba impecable, como siempre. El blazer oscuro realzaba su esbelta figura, y su cabello, recogido en una coleta alta, se balanceaba ligeramente con cada paso que daba. A pesar del entorno agitado, Alya mantenía una expresión serena, casi distante. Su rostro no mostraba emociones, solo una calma inquebrantable que parecía imponer respeto a su paso.
Mientras caminaba por los pasillos, notaba las miradas de los demás. Algunos la observaban con admiración; otros, con envidia. Podía sentir los murmullos que surgían a su alrededor, pero nunca se detenía a escuchar con atención. Había aprendido hace tiempo a ignorar esos comentarios, a bloquear todo lo que no consideraba necesario para su propio éxito.
"¿Viste cómo llegó en ese Ferrari esta mañana? Seguro que tiene todo lo que quiere..."
"Siempre luce tan perfecta, como si nunca tuviera un mal día..."
"Me pregunto cómo debe ser su vida. Todo tan fácil para ella."
Eran los mismos comentarios de siempre, repetidos una y otra vez. Comentarios que se clavaban en el aire como cuchillos, pero que Alya se había vuelto experta en esquivar. No mostraba debilidad, porque sabía que cualquier fisura en su armadura sería aprovechada por aquellos que la envidiaban o que querían verla caer.
Al entrar en su primera clase, el ambiente cambió. El aula, que había estado llena de conversaciones animadas, cayó en un silencio incómodo. Los estudiantes bajaron la voz, y algunos incluso desviaron la mirada, como si temieran encontrarse con los ojos de Alya. Ella, sin inmutarse, tomó asiento en su lugar habitual, al frente del aula. El profesor, un hombre de mediana edad con gafas gruesas y una expresión siempre distraída, la saludó con un leve asentimiento de cabeza antes de comenzar su lección.
Alya sacó su cuaderno y bolígrafo, anotando de manera precisa todo lo que el profesor explicaba. Pero, en el fondo de su mente, no podía evitar sentir el peso de la distancia que había creado entre ella y los demás. Sabía que parte de esa frialdad que mostraba era una elección propia, una barrera que había levantado para protegerse en un mundo que siempre parecía exigir perfección de su parte. Y, sin embargo, a veces se preguntaba cómo sería bajar la guardia, dejar que alguien la viera tal como era, sin las capas de orgullo y soberbia que solían rodearla.
Durante el receso, mientras los demás estudiantes salían del aula para tomar un respiro, Alya permaneció en su asiento. No le gustaba mezclarse con los demás. Prefería aprovechar esos momentos para repasar sus notas y preparar la siguiente clase. Fue en ese instante cuando escuchó una voz familiar detrás de ella.
-Alya, sigues siendo la misma perfeccionista de siempre, ¿verdad? -La voz era juguetona, con un tono que mezclaba admiración y una pizca de burla.
Alya levantó la vista lentamente y se encontró con Yuki Suou, quien sonreía de pie junto a su escritorio. Yuki, con su estilo desenfadado y cabello castaño, había sido una de las personas más populares durante la secundaria, siempre rodeada de amigos y con un carisma que hacía que todos la quisieran cerca. A pesar de sus diferencias, Alya y Yuki compartieron algunos momentos importantes en su último año de secundaria, sobre todo debido a la relación de Alya con Masachika, el hermano de Yuki.
-Vaya, Alya, no has cambiado nada desde la secundaria... Excepto tal vez por volverte aún más imponente, -comentó Yuki con su sonrisa habitual. Su tono juguetón suavizaba cualquier posible fricción en sus palabras. -Aunque, debo decirlo, siempre te has visto genial dominando la escena.
ESTÁS LEYENDO
Recuerdos del pasado (Yaemori X Kazuya)
RomanceLa vida no siempre es lo que uno planea y a veces el camino que elegimos suele tomar cambios bruscos durante el trayecto pero eso le da significado a cada paso que damos, y con la siguiente historia veremos cómo kazuya tiene que encontrar su verdade...