Ella te amaba

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La luz del sol se filtra por las cortinas entreabiertas, proyectando patrones dorados en la amplia cocina. El aroma del café recién hecho inunda el ambiente, mezclándose con el sonido tenue del reloj que marca las 8:30 de la mañana. Ichiro, con su habitual camisa a medio abotonar y los pantalones algo arrugados, se encuentra en la encimera, preparando su desayuno de manera automática. Su expresión refleja una mezcla de calma rutinaria y cansancio acumulado, pero sus movimientos son meticulosos.

Mientras revuelve el café con lentitud, su mente divaga. Ichiro toma un sorbo y se queda unos segundos inmóvil, observando cómo el vapor asciende de la taza. El sonido de la televisión, encendida en el salón con el volumen bajo, parece un eco lejano que acompaña sus pensamientos.

En ese momento, se escucha el crujido de la madera bajo unos pasos suaves. Kumiko, la madre de la difunta esposa de Ichiro y abuela de Alya, entra en la cocina. Su rostro tiene la serenidad que solo el tiempo y la experiencia otorgan, pero sus ojos revelan una profunda melancolía.

Kumiko se dirige hacia la cafetera con pasos tranquilos, pero medidos. Ichiro la observa de reojo, ambos conscientes de la inevitable tensión que siempre parece flotar en el aire cuando están solos. A pesar de todo, hay un respeto mutuo, aunque frágil.

-¿Café? -ofrece ichiro, rompiendo el silencio de la manera más neutral posible.

-Si,por favor-acepto Kumiko con respeto.

Se sirve una taza y se sienta a la mesa, tomando un sorbo mientras observa por la ventana. Ichiro se une a ella unos momentos después, llevándose su taza de café consigo y apoyando los codos sobre la mesa, en una postura relajada, pero defensiva.

-¿Cómo le está yendo a Alya en la universidad? -pregunta, suavizando su tono para que parezca una pregunta casual, aunque su interés es evidente.

-Bien, parece estar adaptándose. Aunque ya sabes cómo es... se distrae con facilidad. -Sonríe un poco, con un aire nostálgico.

-Siempre fue curiosa, desde pequeña. Recuerdo cuando no dejaba de hacer preguntas sobre todo lo que veía. Incluso sobre las cosas más pequeñas.

Ambos comparten una risa suave. Por un instante, el ambiente se siente más liviano, casi como si estuvieran compartiendo una memoria en paz, pero es un momento fugaz.

-Siempre he estado preocupada por ella. Se parece tanto a su madre... en más de una manera. A veces, me pregunto si está persiguiendo los mismos sueños que tuvo su madre, o si está buscando algo más.

-Ella tiene su propio camino, pero sí... hay momentos en los que veo a Miyuki en sus ojos. Esa determinación... y esa terquedad. -Suspira, su voz se apaga al final.

Se hace una pausa, el aire entre ellos parece más denso, cargado de palabras no dichas. El silencio reinaba, y aunque compartían el mismo espacio, sus pensamientos estaban en mundos diferentes. De repente, el sonido del teléfono de Ichiro rompió la tensión. Al ver el nombre en la pantalla, su rostro cambió ligeramente, relajándose un poco. Era Yaemori.

-Dame un segundo -dijo Ichiro, mirando a Kumiko con una expresión que no pedía permiso, sino que informaba. Kumiko asintió de mala gana, volviendo su atención a su café.

Ichiro deslizó el dedo por la pantalla y levantó el teléfono a su oído.

-¡Hola, linda! -saludó con un tono más suave de lo habitual-. ¿Cómo estás?

La voz de Yaemori resonó con esa calma habitual, una mezcla de cortesía y cercanía.

-Hola, Ichiro. Estoy bien, gracias. Solo llamaba para informarte que me ausentaré unos días de la empresa por asuntos personales. Necesito resolver algunas cosas, y pensé que era mejor que lo supieras con anticipación.

Recuerdos del pasado (Yaemori X Kazuya)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora