El sol de la mañana brillaba intensamente cuando Dei V llegó al lugar de encuentro que Sara le había indicado. Era un pequeño aparcamiento junto a un bosque, a unos kilómetros fuera de la ciudad. El aire fresco del campo y el canto de los pájaros creaban el ambiente perfecto para la escapada que habían planeado.
Sara ya estaba allí, apoyada en su moto, vestida con una chaqueta ligera y gafas de sol. Cuando vio llegar a Dei, su rostro se iluminó con una sonrisa.
—¡Llegas justo a tiempo! —dijo ella, quitándose las gafas y acercándose a él.
—¿Acaso lo dudabas? —respondió Dei con una sonrisa mientras se bajaba de su coche.
Se saludaron con un abrazo, y Dei notó la calidez en su toque, una sensación de familiaridad que lo tranquilizó. A medida que se adentraban en el bosque, el camino se hizo más estrecho, y la conversación fluyó naturalmente, hablando de sus infancias, sueños y lo que los llevó a seguir sus respectivas carreras.
Después de caminar por un sendero cubierto de hojas durante un rato, llegaron a un pequeño claro con una vista impresionante de las montañas a lo lejos. Sara se detuvo y señaló el paisaje.
—Este es mi lugar favorito —dijo—. Vengo aquí cuando necesito pensar o simplemente alejarme de todo.
Dei asintió, apreciando la belleza del lugar. Pero antes de que pudiera responder, su teléfono comenzó a sonar. Sacó el móvil del bolsillo y vio que era Alex, su mánager. Sintió una punzada de molestia por la interrupción, pero sabía que si Alex lo llamaba, debía ser importante.
—Dame un segundo, Sara —dijo, disculpándose mientras se alejaba unos pasos para contestar.
—Dei, necesitamos que regreses a la ciudad lo antes posible —la voz de Alex sonaba tensa, algo poco común en él—. Acabo de recibir una llamada del sello discográfico. Hay un problema con los derechos de una de las canciones del nuevo álbum, y están insistiendo en que lo resuelvas personalmente.
Dei sintió una oleada de frustración. Había esperado pasar el día sin preocupaciones, pero ahora parecía que su trabajo volvía a interponerse.
—¿No puedes manejarlo tú? —preguntó, intentando mantener la calma.
—Lo intenté, pero insisten en que seas tú. Necesitan que vengas ahora mismo.
Dei se quedó en silencio por un momento, sintiendo el peso de la decisión que tenía que tomar. Miró a Sara, quien lo observaba desde la distancia, aparentemente comprendiendo que algo no iba bien.
—Está bien, voy en camino —dijo finalmente, cortando la llamada.
Se acercó a Sara con una expresión de disculpa.
—Sara, lo siento mucho, pero tengo que regresar a la ciudad. Hay un problema con mi trabajo y necesitan que lo solucione de inmediato.
Sara lo miró con una mezcla de comprensión y decepción.
—Lo entiendo, Dei. Es tu carrera y sé que es importante.
—De verdad quería pasar el día contigo —continuó Dei, sintiendo que las palabras no eran suficientes para expresar lo que sentía—. Esto no estaba en mis planes, te lo prometo.
Sara sonrió, aunque con un atisbo de tristeza en sus ojos.
—Sé que no estaba en tus planes. No te preocupes. Tendremos otra oportunidad.
Dei asintió, sintiendo la sinceridad en sus palabras, pero también una sombra de duda que no había estado allí antes. ¿Cuántas veces podría poner su carrera antes que Sara antes de que empezara a afectar lo que estaban construyendo?
—¿Te puedo acompañar al coche? —preguntó ella.
—Por supuesto.
Caminaron de regreso en silencio, el ambiente entre ellos más tenso que cuando habían llegado. Cuando llegaron al coche de Dei, Sara se detuvo y lo miró directamente a los ojos.
—Dei, sé que tu trabajo es importante y que estás bajo mucha presión. Pero quiero que sepas que si esto va a funcionar entre nosotros, necesitamos encontrar un equilibrio. No estoy diciendo que todo deba girar alrededor de nosotros, pero tampoco quiero ser siempre la segunda opción.
Las palabras de Sara fueron directas y sinceras, golpeando a Dei en lo más profundo. Sabía que ella tenía razón, y lo último que quería era hacerla sentir así.
—Tienes razón, Sara —respondió, su voz firme—. No quiero que sientas que eres menos importante que mi trabajo. Haré lo que sea necesario para encontrar ese equilibrio, te lo prometo.
Sara asintió, aparentemente satisfecha con su respuesta, pero Dei no podía evitar sentir que un pequeño grano de incertidumbre se había sembrado entre ellos.
—Hablamos luego —dijo ella, dándole un beso en la mejilla antes de regresar a su moto.
Dei se quedó allí por un momento, viendo cómo Sara se alejaba. Sabía que debía regresar a la ciudad, pero también sabía que no podía seguir permitiendo que su carrera interfiriera con lo que sentía por ella.
De camino de regreso a la ciudad, sus pensamientos giraban en torno a lo que Sara había dicho. Estaba comprometido con su música, pero también lo estaba con Sara. Si realmente quería que funcionara entre ellos, tenía que demostrarlo no solo con palabras, sino con acciones. Necesitaba encontrar la manera de ser el hombre que Sara merecía, sin sacrificar lo que ambos amaban hacer.
Cuando llegó a la reunión en la oficina de su sello discográfico, su mente ya estaba en marcha, buscando una solución. Pero, por primera vez, se dio cuenta de que necesitaba poner más límites, no solo para proteger su relación con Sara, sino también para protegerse a sí mismo.
Después de todo, ¿de qué servía el éxito si no podía compartirlo con alguien que realmente le importaba?