Los días siguientes al encuentro en el café pasaron rápidamente para Dei y Sara. Ambos estaban inmersos en sus respectivas carreras, pero ahora había un elemento nuevo en sus vidas: la constante expectativa de volver a verse. Aunque sus agendas eran apretadas, se las arreglaron para mantenerse en contacto, intercambiando mensajes y llamadas cuando el tiempo lo permitía.
Unos días después, Sara se encontraba en un circuito de pruebas, preparándose para la próxima carrera de MotoGP. Estaba concentrada en cada curva, cada aceleración, tratando de ajustar los últimos detalles en su moto. Pero, por primera vez en mucho tiempo, su mente no estaba completamente en la pista. Pensaba en Dei, en las conversaciones que habían compartido y en cómo había sentido algo tan especial desde su primer encuentro.
Después de una serie de vueltas intensas, Sara regresó al pit y apagó el motor. Mientras su equipo revisaba la moto, ella se quitó el casco y se secó el sudor de la frente. Estaba cansada, pero no podía evitar sonreír al recordar el mensaje que había recibido de Dei esa mañana:
*"Espero que tu entrenamiento vaya genial hoy. Estaré pensando en ti. ¡Nos vemos pronto!"*
Sara sacó su teléfono y, aprovechando el descanso, respondió rápidamente:
*"Gracias, Dei. Fue una buena sesión. ¡Ya estoy ansiosa por verte otra vez!"*
Guardó el teléfono y se concentró en la charla técnica con su equipo. Sabía que la próxima carrera sería crucial y no podía permitirse distracciones. Sin embargo, a medida que el día avanzaba, se dio cuenta de que la presencia de Dei en su vida no era una distracción, sino una motivación.
Mientras tanto, Dei estaba en el estudio, trabajando en nuevas canciones para su próximo álbum. Pero su mente también vagaba de vez en cuando hacia Sara. Sabía que estaba en la pista, entrenando duro, y no podía evitar admirar su dedicación y pasión. Esa noche tenía planeado un ensayo con su banda, pero su corazón estaba en otra parte.
Durante una pausa en el ensayo, Luis notó que Dei estaba más distraído de lo habitual.
—Oye, hermano, ¿estás bien? —preguntó, dejando su guitarra a un lado—. Parece que tu mente está en otro lugar.
Dei sonrió, sabiendo que sus amigos notaban más de lo que él quería admitir.
—Estoy bien, solo… pensando en Sara.
Marco se unió a la conversación, dejando de lado sus baquetas.
—Así que ella realmente te tiene atrapado, ¿eh?
—No lo diría así —respondió Dei, tratando de sonar despreocupado—. Solo… es diferente con ella. No sé cómo explicarlo.
Luis y Marco intercambiaron una mirada cómplice.
—Eso suena a que estás enamorado, amigo —dijo Marco, medio en broma, medio en serio.
Dei se detuvo un momento, reflexionando sobre esas palabras. ¿Enamorado? Era una palabra fuerte, pero no podía negar que había algo profundo en lo que sentía por Sara. Algo que crecía cada vez que hablaban o se veían.
—Tal vez lo esté —admitió finalmente—. No lo sé aún, pero lo que sí sé es que quiero seguir conociéndola.
Luis asintió, comprendiendo.
—Bueno, entonces hazlo. Pero recuerda, todo lleva su tiempo. No necesitas apresurarte.
—Lo sé —dijo Dei, agradecido por el consejo—. No quiero arruinarlo. Solo quiero ver a dónde nos lleva todo esto.
Después del ensayo, Dei decidió dar un paseo por la ciudad para despejar su mente. Caminó por las calles iluminadas, con la brisa de la noche refrescando sus pensamientos. Sacó su teléfono y miró los últimos mensajes de Sara, sonriendo al leer sus palabras.
De repente, su teléfono sonó. Era una llamada de Sara.
—¡Hey! ¿Cómo estás? —respondió Dei con entusiasmo.
—Hola, Dei. Estoy bien, solo quería escucharte —dijo ella, con una voz suave que hizo que su corazón latiera más rápido—. Hoy fue un día largo en la pista, pero escuchar tu voz lo hace mejor.
Dei sonrió, sintiendo una calidez en su pecho.
—Me alegra escucharte también, Sara. He estado pensando mucho en ti.
—Y yo en ti —confesó Sara—. Sé que ambos estamos ocupados, pero me encantaría que nos viéramos este fin de semana, si puedes.
Dei no dudó.
—Claro, me encantaría. ¿Qué tienes en mente?
Sara se rió ligeramente.
—Pensaba en algo relajado. ¿Qué tal una escapada al campo? Podríamos pasar el día fuera, alejados de todo.
La idea le encantó a Dei. Un día lejos de la ciudad, con Sara, sonaba perfecto.
—Me parece una idea increíble. Dime cuándo y dónde, y estaré allí.
Quedaron en verse el sábado por la mañana, y después de despedirse, Dei colgó el teléfono con una sensación de felicidad que no podía ocultar. Mientras continuaba su paseo nocturno, supo que estaba a punto de dar un paso importante en su relación con Sara. Aquel fin de semana sería una oportunidad para conocerla aún más y para ver si lo que sentían realmente podía convertirse en algo duradero.
El sábado llegó rápidamente, y ambos estaban listos para descubrir juntos lo que les deparaba ese día en el campo. Pero también sabían que, más allá de la aventura, había una pregunta más profunda que ambos comenzaban a hacerse: ¿Podrían realmente equilibrar sus vidas intensas con el creciente sentimiento que los unía?