Un relámpago le hizo respingar sobre la cama. Los ojos violáceos se abrieron con pavor, y se removió incómodo, respirando agitado. Los relámpagos jamás le gustaron.
Desde el destruido lecho se podía observar con claridad la lluvia cayendo precipitada. Un extraño clima para el largo verano, sobre todo porque el día anterior se había levantado un inmenso sol por sobre las colinas de desembarco del rey.
Una vez más, la luz se filtró por la habitación destruida, con un sonido incluso más fuerte que el anterior. Aegon se escondió instintivamente bajo los mantos, como un niño pequeño que busca ocultarse del monstruo bajo la cama. Sin embargo, se le dificultaba tirar de los mantos, y la razón estaba justo a su lado.
Los orbes contemplaron curiosos al joven, quien dormía relajado sobre los lechos. No se fue aquella noche, incluso ahora, que comenzaba a amanecer, estaba aquí, recostado junto a él, guardando sus sueños. Sonrió sin poder evitarlo, observando al muchacho tan relajado y sereno. La expresión suavizada y los rizos castaños colando por el rostro pálido. No era una imagen usual, por lo que se aseguraría de guardar cada parte en su memoria.
Aegon estiró ligeramente la mano, solo para acariciar la mejilla del contrario. Estaba helada, tanto que dudaba que el joven no sintiese frío. Había dormido destapado después de todo, tan solo cubierto por las ropas del día, exceptuando la chaqueta, que yacía aún en el piso de mármol. La piel era suave como la seda, tersa y perfecta. Y con esa expresión se veía mejor, no tan serio y dominante como de costumbre. Le gustó verlo relajado, verlo reír, o sonrojarse por algún comentario fuera de lugar que le hiciera.
Jacaerys le gustaba. Le hacía sentir una corriente eléctrica recorriendo su cuerpo.
Una idea tonta tropezó en la cabeza del príncipe Targaryen. Jacaerys, primero con el nombre, era el rey de los siete reinos. Un hombre capaz y decidido, y Aegon Targaryen era su consorte. Ambos reinarían juntos, en armonía, y las mujeres de este a oeste, de norte a sur, le envidiarían, por ser el consorte más afortunado de todos los tiempos. De esa forma podría levantarse cada mañana mirando el relajado el rostro de su rey, de su esposo. Y el castillo estaría repleto de celebraciones eternamente, donde podría divertirse y reír a carcajadas sin que nadie pusiese peros, porque sería el consorte. No sería humillado por nadie, manipulado por nadie, porque Jace no lo permitiría, y quien lo hiciera perdería la lengua.
En ese mundo a nadie le importaban los hijos. A nadie le importaba la sucesión ni nada de mierdas. Quizás el trono pasaría a uno de los sobrinos de Jace, y a Jace no le importaría relevarse e ir a vivir a una cabaña a las afueras, a su lado, con los dragones de ambos. Beber vino y bailar bajo la luz de una fogata. Ser felices, sin inconveniente alguno.
Una idea bizarra que lo hizo reír ligeramente, hasta que otro relámpago le obligó a ocultarse, despertando al príncipe Velaryon.
– Si alguien te descubre aquí, va a correr sangre. – Expresó desde debajo de los mantos. No sonaba preocupado ni mucho menos, de hecho, parecía haberlo dicho con gracia.
El joven príncipe de la corona tardó en acostumbrarse a la situación actual, desenfocado y perdido por un instante. La habitación no era suya definitivamente. Sentía frío y escuchaba con mucha dificultad. Bostezó con pereza, llevando la mano derecha a los ojos marrones, frotando la zona con calma.
– ¿Está lloviendo? – Preguntó, sin abrir los ojos del todo. La voz se le había tornado incluso más ronca de lo normal, arrastrada y perezosa.
– Sí, y caen rayos. – Destapó ligeramente su rostro, observando una vez más al príncipe.
Pestañó un par de veces, y cuando sintió que los ojos se acostumbraron lo suficiente a la luz, observó a Aegon. Aegon tapado como un niño, asomando apenas la nariz y parte de los ojos. Sonrió con ternura, cerrando los ojos otra vez. Los molares quedaron expuestos a la vista del platinado, quien se contagió del gesto, imitándolo.
ESTÁS LEYENDO
Calor [Jacegon]
FanfictionLuego de 5 largos años, Jacaerys Velaryon vuelve a desembarco del rey. Es un hombre adulto bien dicen, y se encargará de ser el copero de Viserys por petición de este mismo, así como antes de él lo había sido su madre. Pero hay un secreto, un secre...