La locura en el castillo se explicaba por sí sola. Parecía no tener fin, casi como si estuviesen bajo ataque, pero el rey había muerto. Su padre había perecido finalmente, y aun con eso parecía no sentir nada. Solo se volteó hacia Jace, quien buscaba procesar la nueva información.
Los ojos violetas se contrajeron en miedo. Si el rey había muerto, entonces la fortaleza roja pertenecía ahora a los Hightower, ya no era un lugar seguro para un Targaryen. Ya no era seguro para Jacaerys...
Le tomó del brazo, sacándolo de la ensoñación. Los ojos marrones se centraron con rapidez en los orbes violeta del príncipe Targaryen, confundido, buscando una respuesta en el susodicho, pero solo veía pánico en el rostro ajeno. Del Aegon que había visto hace unas horas no quedaba nada, ahora solo era un hombre alerta, paniqueado.
– Jace, debes irte, vete de desembarco del rey, vuelve a Rocadragón y dile a Rhaenyra lo que has oído... – Dijo con dolorosa rapidez. Un nudo se generó en la garganta del joven, y tartamudeaba, pudiendo expresar a duras penas las palabras. – Dile que el rey está muerto, dile que el trono es suyo y que debe reclamarlo ahora. Que Rhaenyra venga en su dragón junto a Daemon y que reclamen el trono ahora...
– ¿Qué? – Preguntó con confusión, sujetándose del mismo brazo que le tenía atado. No entendía, ninguna de las palabras de Aegon le hacía sentido en ese mismo instante. – Egg... ¿Por qué estás temblando? No entiendo ¿Qué...?
– ¡Haz lo que digo Jacaerys! ¡Vuelve a Rocadragón y trae aquí a Rhaenyra! ¡Ve en Vermax y regresa lo antes posible! – Exclamó ahogado. – Jace, no confíes en nadie, ni en los domadores de dragones. Sube a Vermax y ve a Rocadragón ahora...
El príncipe estaba sufriendo un severo ataque de pánico.
Estaba por derrumbarse, sintiendo como las lágrimas se agolpaban en los ojos violetas. Jace tuvo que sostenerlo para que no cayera al inminente piso de mármol, demasiado preocupado por el joven como para preguntar por qué.
– Jace, por favor, vete de aquí, ve por Rhaenyra...
– Aegon, me estás asustando, ¿Qué sucede?
– Aléjate de mi hijo, bastardo.
Una voz iracunda, severa y ronca se manifestó en la entrada de la fortaleza. Los orbes castaños subieron hacia el origen del sonido, encontrando ni más ni menos que a la reina regente, rodeada de los capas blancas con la mano puesta en los pomos de sus espadas. Aegon se contrajo al escuchar la voz de su madre.
Estaba confundido, pero también furioso. Un presentimiento desagradable se instaló en lo bajo de su estómago.
– Reina Alicent. – Bramó con violencia, sin perder un poco la compostura. – Recuerdo cuando su hijo menor perdió un ojo. Mi abuelo Viserys promulgó que quien hablase de bastardía referente a mí o a mis hermanos, perdería la lengua.
Una maliciosa sonrisa, cargada de burla, se instaló en el envejecido rostro de la mujer.
– El rey Viserys ha muerto, y tú eres un bastardo de la princesa Rhaenyra. – Escupió con agresividad. – Pongan en custodia al príncipe Jacaerys y a mi hijo.
Los ojos de Aegon se abrieron en grande, espantado. Sabía lo que se avecinada.
– Madre... Madre por favor. – Rogó, temblando. Conectó su mirada con la de su madre.
Pero en la de la mujer no había más que rencor.
Los capas doradas avanzaron hacia los príncipes a paso seguro. Eso hasta que el príncipe Jacaerys desenvainó su espada en defensa, amenazando con la afilada hoja a cada guardia. Escondió al príncipe Aegon detrás de su cuerpo, mientras desafiaba a cada uno con la mirada.
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Calor [Jacegon]
FanfictionLuego de 5 largos años, Jacaerys Velaryon vuelve a desembarco del rey. Es un hombre adulto bien dicen, y se encargará de ser el copero de Viserys por petición de este mismo, así como antes de él lo había sido su madre. Pero hay un secreto, un secre...