12.

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  Para cuando llegó el día de la coronación, casi cuatro días después de la partida de la princesa Helaena, el príncipe Aegon ya no parecía el mismo. La vista apagada y las ganas por los suelos. Con dificultad podía moverse solo. El color violeta de sus ojos se había opacado, tomando un tono grisáceo extraño, y tenía hundidas las mejillas. Unas prominentes ojeras en los ojos, más notorias por la claridad de su piel. No había dormido en días. No había hablado con nadie durante su confinamiento. Solo se había acurrado en la oscuridad de la habitación, contra las esquinas.

  Se preguntaba si su hermana podía haber llegado a Rocadragón, y si ese era el caso, si ella estaría bien. ¿Por qué Rhaenyra tardaba tanto en llegar a desembarco del rey si es que ya sabía toda la verdad?

  Aquel día, las mucamas habían entrado a sus aposentos. Ver el cuerpo de una mujer después de tanto tiempo le resultaba inusual. Desde la aparición de Jace, nadie había tocado su piel. Nadie, solo él.

  Ellas le dieron un baño, uno largo, y perfumado con flores de lavanda. Prepararon sus ropajes. Eran verdes entonces, enmarcando así que el trono ya no pertenecía a la verdadera casa Targaryen. Irónico.

  Le vistieron y arreglaron. Preparaban cada detalle para que el onomástico saliese perfecto. Lores de las casas cercanas habían sido invitados para proclamar su lealtad al príncipe Aegon. Y se habían abierto las puertas, para que los habitantes tuviesen muy presente el rostro del nuevo rey. Que vieran la coronación, dejando en claro quién era el monarca.

  La reina era maliciosa, negando el trono a la mujer que alguna vez fue su más íntima amiga.

  Se preguntó cuándo es que su vida se fue tan al diablo, sentado en esa cama, esperando el momento exacto en el que lo sacaran de su confinamiento. Tal vez la reina vendría a escoltarle personalmente, junto con un séquito de guardias, para que no intentara escapar. No lo sabía, no le importaba. No podía escapar de su destino, y fuese cual fuese, tenía en mente que no sería junto a Jacaerys.

  Si él podía escapar de esta locura, se sabría satisfecho entonces. Lleno de gozo de que al menos uno de los dos podría ser libre. Haría todo lo posible por hacerlo realidad, dejarlo en libertad, que él pudiese marchar con la frente en alto, como el príncipe que era. Tan pronto como la corona se posicionase en su cabeza, pediría ver al príncipe Velaryon, y perdonaría todos los supuestos crímenes cometidos contra la corona sin penitencia alguna. No quería pensar en la forma en la que lo vería. Probablemente, para ese instante, todas las promesas y el pacto de amor que habían hecho habría quedado olvidado. Tal vez lo odiaría por usurpar el legado de Viserys, robando el torno de Rhaenyra, aunque quizás sería lo mejor. Jace se alejaría de su persona, y buscaría la felicidad en alguien más. Alguien que pudiese cumplir cada uno de los deseos del joven príncipe.

  Aegon sabía que podía morir, y lo aceptaba. Rhaenyra siempre le tuvo resentimiento, porque gracias a él se cuestionaba en algún punto la legitimidad de la princesa en el trono, porque era un varón. Lo odiaría mucho más cuando se enterase de lo que había sucedido entre él y su hijo mayor. Todos estarían mejor si Aegon dejaba de existir, solo esperaba que la mujer tuviese compasión por sus hermanos, y en algún punto, también por su madre.

  Dolía. Dolía que su madre jamás lo amase, pero él si la amaba a ella. La amaba tanto que hubiese hecho todo para enorgullecerla, pero simplemente ella le detestó desde que vino al mundo. Lo había amamantado y criado bajo su ala, pero siempre con frialdad. Jamás le dijo te amo, ni una vez. Lo doblegó tanto, y lo recriminó tantas veces que Aegon pensaba que nadie le amaría jamás.

  Se odiaba tanto, detestaba su vida. Envidiaba a sus hermanos por tener el amor que carecía en su persona. Se refugiaba en los cuerpos femeninos y en el alcohol para dejar de creer en una realidad donde no era deseado. Jacaerys era la luz entre esos problemas. Ese pequeño siempre le dijo las cosas que deseaba escuchar.

Calor [Jacegon]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora