Cap. 12

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El sábado llega y Jungkook es un manojo de nervios.

No sabe si a Jimin le gustara el lugar él tampoco lo ha visitado así que es un tanto a ciegas su decisión, pero espera que sea lo suficientemente bueno para que el hombre le regale alguna de sus sonrisas de media luna.

Dan las 8 de la noche y sale de su departamento rumbo a su destino.

Agradece cuando pasa cerca de la florería y nota que sigue abierta, corre hacía allí y consigue un ramo de flores.

Debate un momento sobre si debería llevar girasoles, rosas o tulipanes. Se deja llevar por las que, según él, lucen más bonitas y toma los tulipanes entre sus manos.

Sus nervios aumentan conforme más se acerca a la cafetería, está ansioso de ver a Jimin.

La puerta se encuentra entreabierta y el letrero de «Abierto, empuje al entrar» sigue ahí. Toma valor y pone las flores detrás suyo en un intento de esconderlas y que sea una sorpresa.

Entra a la cafetería y la campanilla anuncia su llegada, Jimin está terminado de despedir a una pareja mientras levanta las tazas sucias cuando lo ve.

Le dedica una sonrisa y él la devuelve.

—Llegaste antes, Koo.

Asiente —Estaba ansioso por verte.

Jimin se vuelve de color carmesí y él sabe que está igual.

Pero no le importa.

El hombre le regala una sonrisa tímida —Déjame llevar ésto a los trastes sucios y ahora vengo.

Lo ve darse la vuelta con los trastes en sus manos y no tiene mejor idea que seguir de cerca al hombre, quedando tras el marco de la puerta de la cocina.

Jimin se gira y pega un pequeño brinco cuando lo ve ahí.

—¿Todo bien? —Jimin suelta en un tono burlón.

El carraspea y asiente —Te traje ésto...

Saca las flores y las deja a su vista, Jimin abre los ojos en sorpresa y le toma unos segundos aceptar el ramo.

Cuando finalmente las toma, puede ver la sonrisa tan delicada que le regala, se siente más especial. Se siente como una sonrisa única.

—Son mis flores favoritas...

El orgullo lo invade al saber que es así, él sólo las compró porque eran lindas, no tenía idea de que eran sus favoritas.

Es un golpe de suerte, cómo si el universo lo hubiera ayudado.

—Me alegra haber comprado esas entonces.

Jimin se acerca a él y se le corta la respiración. El hombre se inclina y le deja un beso en su mejilla.

Siente el calor subir con más fuerza.

—Gracias, son muy lindas.

Se pierde en la mirada del hombre más bajo, no lo nota, hasta que So Min, la chica que días atrás Jimin contrató para que lo ayude en el café, se interpone entre ellos.

—¡Permiso! ¡Necesito hacer pedidos!

—Lo siento...

Se retira de la puerta de la cocina, Jimin lo conduce a una mesa que está desocupada y se sientan.

—¿Quieres algo de tomar mientras esperas? Aún falta media hora antes de cerrar.

Niega —No, estoy bien, no te preocupes.

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