VII

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Tras la cena que tuviste con Balduino, recogiste todo para llevarlo con los sirvientes, los cuáles se encargaron de mantener todo impecable.

Por el contrario, dejaste dormir al rey, tu también estabas exhausta.

Tu mente le daba vueltas a lo que harías el día siguiente, pero ya estaba decidido, harías de todo para proteger a tu rey, costase lo que costase.

Te quitaste la ropa y los vendajes, ya no los necesitarías tanto de ahora en adelante.

Te acostaste en la cama y te cubriste con las sábanas de la misma, hacía algo de frío esa noche, pero lograste conciliar el sueño.

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Al día siguiente los rayos de sol se filtraron por tu ventana haciéndote abrir los ojos y frotarlos un poco. Había llegado la hora, te pusiste en marcha y pediste un baño, a lo cuál los sirvientes no se negaron para nada.

Prepararon tu baño sin rechistar, mientras lo tomabas te dejabas llevar por la relajación que te provocaba el agua, estabas a solas, así que tendrías más tiempo para pensar antes de que el rey se despertase.

Al terminar tu baño y de aplicarte en la piel aceites de coco, te arreglaste poniéndote la ropa que habías conseguido junto con una ropa interior limpia que habías pedido antes del baño, por fin estabas lista.

Las sirvientas se retiraron y tú te arreglaste un poco, de manera sigilosa te infiltraste en el estudio de Balduino y tomaste una rosa de los arreglos florales para simular brillo labial con los pétalos, aplicando el color rojizo de estos mismos sobre tus labios frotandolos suavemente contra tus dedos y sacando el pigmento.

Al regresar a tu habitación te pusiste el turbante y un velo que te cubría medio rostro, te veías bastante bien, así que por lo tanto faltaba algo más.

Te pusiste a escribir una carta, para fingir que "tu hermano" había salido, y él te había guiado hasta los aposentos del rey Balduino, antes de que todos despertaran.

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Balduino despertó, abriendo los ojos pesadamente, aclarando su vista, pero se exaltó al ver una mujer frente a la cama.

—¡POR JESUCRISTO!.—

Articuló el rey arrastrando su cuerpo levemente hacia atrás.

—Lamento la molestia mi rey, y sobre todo el susto, permitame presentarme, soy la hermana de su escolta personal, puede llamarme Eulalia.—

Hiciste una reverencia frente a él, mostrandole respeto, el nombre lo habías inventado por cierto, pues no ibas a usar uno oficial, eso te ayudaría a mantenerte en un perfil bajo por si es que había problemas.

—Asi que... ¿Usted es su hermana?, oh, mi señora, de verdad lamento demasiado todo este inconveniente, y el que me vea a recién haber despertado, creí qué mi escolta vendría con usted.—

Extendiste tu brazo mostrandole una hoja de papel, la cuál estaba doblada en cuatro partes.

Balduino te miró algo confundido pero la tomó cuidadosamente.

—Mi hermano me dijo que se la entregara, es algo importante para usted, y explica el por qué estoy aquí y él no.—

El rey desenvolvio el papel y leyó atentamente lo escrito.

—¿Mi escolta salió?, ¿a dónde iría?, me sorprende y confunde un poco que en presencia de su hermana, se valla sin avisar, y en especial a mi.—

Te acercaste un poco más a él.

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⏰ Última actualización: Sep 03 ⏰

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La cruz de la pasión [Baldwin IV y Tú]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora