Capítulo 11.

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· Freen ·

-Sabes, cuando yo era un niño tenían verdaderos jugadores de
fútbol. Usaban cascos de cuero y no tenían bi-semanas. ¿Qué
clase de atleta necesita una semana de descanso a mitad de temporada?

―Cuando eras un niño, mantenían la puntuación cincelando X en piedra.―Lancé un suéter a Grouper. La próxima semana era una semana de homenaje, cuando el equipo llevaba una réplica de los uniformes de hace años. Había pedido uno adicional para Grouper III―. Dile a Guppy que firmé con marcador permanente esta vez. No quiero que su madre reciba otra llamada por niño-apestoso de la escuela.

Grouper la sostuvo en alto y suspiró con nostalgia.

―Recuerdo este uniforme. Fue de un periodo de jugadora-no-mariquita.

―Muérdeme, viejo.

Marlene estaba sentada en el borde de su cama, con un gorro de natación floral en su cabeza. Estaba garabateando algunas notas en su libreta mientras los créditos de cierre de El Precio Justo circulaban por la pantalla de televisión detrás de ella. Supongo que me he retrasado.

―¿Vas a ir a nadar, Marlene? ―Me agaché y besé su mejilla.

Levantó la vista hacia mí de modo inexpresivo.

―¿Eres el conductor del autobús?

―No. Soy Freen. ¿Recuerdas?

Todavía se veía confundida.

―Solía vivir al lado.

El reconocimiento se registró

―El Brody de Rosé. ―Miró a mi alrededor―. ¿Está ella contigo hoy?

―Hoy no, Marlene.

―¿No quiso venir?

Odiaba cuando me hacía estas preguntas. Algunas veces era más fácil cuando no recordaba quién era yo.

―Está trabajando en un proyecto de arte en mi cabaña. Sabes cómo se pone cuando está trabajando.

Eso pareció calmarla. Así que cambié de tema a uno de sus favoritos.

―¿Cómo te fue hoy en tu programa?

Bajó la vista a su libreta.

―Hubiera ganado todo el asunto. La mujer que estaba en la final, Kathryn era su nombre, solo tenía un remo en el agua.

―No todos pueden ser como tú. O no sería mucho un juego, ¿verdad?

―El micrófono de Barker es muy delgado. No sé lo que está tratando de demostrar.

Me reí.

―Sí. Tampoco estoy segura de eso.

Marlene tomó el control remoto de su mesita de noche y encendió la televisión.

―¿A qué hora es la natación? No me di cuenta de que cambiaron el horario.

―A las once.

Miré mi reloj. Eran las doce y cinco minutos.

Marlene y yo disparamos mierda por un rato y finalmente, entró Shannon, llevando un pequeño vaso de plástico transparente que contenía algunas píldoras. Se las entregó a Marlene con un vaso de agua.

―¿Está llegando tarde a natación? ―pregunté.

―Nop. Natación no es hasta el miércoles a las dos.

Miré de reojo a la gorra de natación de Marlene, luego de regreso a Shannon.

Se encogió de hombros.

―Se molestó cuando traté de quitárselo esta mañana. Le dije que la natación no era hasta mañana. Me dijo que tenía mierda en lugar de cerebro. ¿Verdad, Marlene?

Marlene asintió y le devolvió el vaso vacío de píldoras. Habló como si estuviera verificando el tiempo.

―Es correcto. Mierda en lugar de cerebro.

Shannon me dio un pulgar hacia arriba y guiñó mientras salía de la habitación.

Una hora después, Marlene me dejó quitarle el gorro de natación de goma. La condenada cosa estaba tan apretada, que dejó una marca roja en su frente donde el borde le cortó la circulación.

―Voy a ponerme en marcha. Estoy retrasada para el entrenamiento de esta tarde.

Asintió.

―Besa a esa nieta mía y dile que no trabaje tan duro.

―Lo haré.

𝐋𝐄 𝐁𝐀𝐋𝐋𝐄𝐔𝐑 || 𝐅𝐑𝐄𝐄𝐍𝐁𝐄𝐂𝐊𝐘 (𝐆!𝐏)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora