┃𝚔𝚊𝚕𝚊┃
me miro al espejo no tan convencida, me estaba comprando ropa y no me siento segura para nada, no me siento cómoda.
— ¿y? —pregunta Juana del otro lado de la cortina.
— no me gusta. —respondí susurrando.
— ¿por qué? —se asoma y yo me tape las tetas, estaba en corpiño.—, we, que lindas tus tetas.
— dale tarada. —rodé los ojos bufando.—, no me convence la pollera.
— es hermosa. —me mira sonriendo.—, ¿sabes cual es el problema? que es muy larga, necesitas algo más corto.
Juana se va haciéndome señas de que ya volvía, me probé el top y me quedo mirando. vuelve mi amiga y me pasa una pollera negra engomada, me mira con una sonrisa y se vuelve a ir.
me la probé y me gustaba un poco más como me quedaba, de repente sentí cómo Juana se había puesto a hablar con alguien, eran dos personas.
abrí las cortinas para mostrarle a Juana como me quedaba, pensando que claramente estaba hablando con las empleadas del local. pero no, eran Matias y Santino.
Juana estaba de espaldas, Matias enfrente de ella, me miró rápidamente y sentí cómo recorrió con su mirada todo mi cuerpo, me quiero tapar ya, en estos momentos.
— amiga. —se da vuelta Juana mientras se mordía el labio.
— dijiste que estabas sola. —la mira Santino arqueando una ceja.
— ¡no me gusta nada! —sale Lía enojada del probador.—, ay.
— tan sola no. —suspira Juana mirándonos.
— bueno, hola. —se acerca Matias a saludarme.
me agarro la cintura y yo sentí quinientas cosas adentro mio, los nervios que me provoco ya no eran normales. no podía creerlo.
al lado de Santino se hizo presente una morocha bastante linda.
— voy a, a cambiarme. —dice Lía dándose vuelta y volviendo al probador, Santino ni la había mirado.
— bueno, ya saludaron pueden seguir. —habla Juana de brazos cruzados.
me quedé mirando a Matias y él también me miro.
— ¿te puedo invitar a tomar un té? —me pregunta solo para nosotros.
— mi mejor amiga me necesita. —lo mire.
me doy vuelta y entre al probador de Lía, quién se estaba poniendo las zapatillas mientras lloraba. apenas me vio se refugió en mis brazos para abrazarme y llorar en silencio.
le hice mimos en el pelo mientras la consolaba y sentía como Juana le decía de todo a Santino.
— no entiendo que le falto. —dice escondida en mi cuello llorando.
— le faltaron huevos. —le respondí separándome de ella sacándole las lágrimas.—, vamos a seguir comprando.
— quiero ir a casa. —me susurra.—, quiero estar con Lola.