El anillo que nunca brillo

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Patrick se quedó inmóvil, sosteniendo a Vera en sus brazos, su mirada fija en su rostro pálido

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Patrick se quedó inmóvil, sosteniendo a Vera en sus brazos, su mirada fija en su rostro pálido. Su mente estaba en blanco, incapaz de procesar lo que había sucedido. La idea de perder a la persona que amaba más que nada en el mundo era insoportable. Se sentía como si su propio corazón hubiera sido destrozado, como si su alma hubiera sido arrancada de su cuerpo. Y en ese momento, supo que no podía vivir sin ella, que su vida sin Vera no tendría sentido. "No te irás", susurró, como si las palabras pudieran cambiar el destino. "No te irás, mi amor". Pero sabía que era demasiado tarde, que el destino ya había sido escrito. Y en ese momento, Patrick se derrumbó, su cuerpo sacudido por sollozos desconsolados.
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Recostado en el piso, Patrick sostenía el cuerpo inerte de Vera, su corazón latiendo con desesperación mientras gritaba con todas sus fuerzas: "¡No te vayas, Vera! ¡Por favor, no te vayas! ¡No me dejes!". Su voz era un lamento desgarrador que resonaba en la habitación, llenando el aire con su dolor y desesperación.

Los padres de Vera intentaron acercarse a él, pero Patrick los rechazó con un gesto desesperado. "¡La ambulancia! ¿Dónde está la ambulancia? ¡Traigan ayuda! ¡Por favor, no la dejen morir!". Su mirada recorría la habitación con una mezcla de desesperación y súplica, como si rogara a alguien que interviniera para salvar a la persona que amaba.

Su madre intentó calmarlo, acariciando su cabello con una mano temblorosa. "Ya viene, Patrick. Ya viene. No te preocupes, hijo". Pero Patrick no podía calmarse. Su corazón estaba desgarrado por el dolor y la impotencia.

Finalmente, se escuchó la sirena de la ambulancia. Patrick miró hacia la puerta con una mezcla de esperanza y desesperación. "¡Aquí! ¡Está aquí!". Se puso de pie, sosteniendo a Vera en sus brazos, y corrió hacia la puerta, como si llevara el peso de su propio corazón en sus manos.

Los paramédicos entraron corriendo, con equipo de emergencia en las manos. Patrick los miró con una mezcla de súplica y desesperación. "¡Por favor, salvenla! ¡No la dejen morir! ¡Es todo lo que tengo!". Su voz era un lamento desgarrador que resonaba en la habitación, llenando el aire con su dolor y desesperación.

Mientras los paramédicos llevaban a Vera al hospital, Patrick se sentía como si su alma se estuviera desgarrando. Cada segundo que pasaba sin que ella despertara era como una puñalada en su corazón.

De repente, el monitor de Vera comenzó a beepar con más lentitud. Los paramédicos se miraron entre sí, sus rostros reflejando la gravedad de la situación.

"¡Tenemos un paro cardíaco!", gritó uno de ellos, su voz como un golpe en el estómago de Patrick.

Patrick se sintió como si su mundo se estuviera derrumbando. "¡No! ¡Por favor, no!", rogó, su voz quebrada por la desesperación.

Los paramédicos lucharon para revivir a Vera, pero el tiempo parecía estar en su contra. Cada segundo que pasaba sin que ella despertara era como una eternidad para Patrick.

"Entre tomas y miedos"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora